Situación actual en

sábado, 18 de diciembre de 2010

The Rock



CREDITOS

Director: Michael Bay
Productores: Jerry Bruckheimer y Don Simpson
Guionistas: Douglas S. Cook,
Mark Rosner, David Weisberg y John Schwartzman

Director deFotografía: Nick Glennie-Smith

Editor: Richard Francis-Bruce
Directores artísticos: Edward Mcavoy y Ken Bates

Productor: Harry H. Waldman
Productor Ejecutivo: Sean Connery


REPARTO:

Nicolas Cage: Stanley Goodspeed
Sean Connery: John Patrick Mason
Ed Harris: General Francis X. Hummel
Michael Biehn: Comandante Anderson
William Forsythe: Eddie Paxton
David Morse: Mayor Tom Baxter
Ralph Peduto: Agente Hunt - FBI
Howard Platt: Louis Lindstrom
Juan A. Riojas: Marine Hummel
John Nathan: Técnico Radar FBI
Ray O'Connor: Ranger Bob
Danny Nucci: Agente especial Shepard
Tony Todd: Capitán Darrow
Marshall Teague: Seal Reigert
Gregory Sporleder: Capt. Frye
Tom Towles - Policía de Alcatraz
Bokeem Woodbine: Sargt. Crisp
Andy Ryan - Técnico Laboratorio

Voz de Sean Connery en la versión española: Claudio Rodríguez.

sábado, 6 de noviembre de 2010

La búsqueda 2: El diario secreto

En esta segunda parte, el buscador de tesoros Ben Gates (Cage) se ve de nuevo envuelto en una increíble aventura en la que se relacionan capítulos desconocidos de la historia con tesoros ocultos. Cuando una página del diario de John Wilkes Booth, el asesino de Abraham Lincoln, sale a la luz, el tatarabuelo de Ben se ve implicado como el principal conspirador del magnicidio. Decidido a probar la inocencia de su ancestro, Ben y su equipo emprenden un viaje para intentar descubrir uno de los tesoros más buscados del mundo.

Con faldas y a lo loco


Joe y Jerry son dos músicos del montón que se ven obligados a huir después de ser testigos de un ajuste de cuentas en tiempos de la ley seca. Ya que no encuentran trabajo, deciden vestirse de mujeres para tocar en una orquesta. Joe pronto asumirá un doble rol, ya que finge ser un magnate impotente para conquistar a Sugar Kane, mientras que Jerry es perseguido por un millonario que quiere casarse con él creyéndose que es, en realidad, una mujer.


Arquitectura del Renacimiento

Primeras muestras de la arquitectura del Renacimiento en España: Palacio de CogolludoEl Renacimiento en España tarda en penetrar desde Italia, especialmente por la fuerza que el gótico final isabelino tiene en nuestras tierras.

De hecho, la primera manifestación de la arquitectura renacentista en España, como es el Palacio de los Duques de Medinaceli de Cogolludo (Guadalajara) muestra una simbiosis de estilos. Por un lado, imita con su estructura arquitectónica los palacios del Quattrocento italiano, incluyendo puerta y aparejo de sillería almohadillada. Sin embargo, la crestería y sus ventanales son todavía claramente tardogóticos. (VER IMAGEN LATERAL)

Fases de la arquitectura del Renacimiento

En el largo siglo que recorre la arquitectura renacentista en España se sucederán las corrientes estilísticas, en especial el plateresco y, sobre todo, en el tramo final el grave y austero herreriano, que incluso llegará a fundirse con el primer barroco español de comienzos del siglos XVI.

Perido clasicista de la arquitectura del Renacimiento en España: Fachada de la Universidad de Alcalá de Henares

Plateresco

La arquitectura plateresca corresponde a la primera mitad del siglo XVI en el contexto de una arte oficial dominado por la poderosa monarquía de los Reyes Católicos, primero y de Carlos V, después. En él se combinan estructuras arquitectónicas del gótico final flamígero o isabelino con elementos decorativos venidos de Italia, que además incorpora elementos mudéjares.

Las características decorativas del plateresco es la profusión de filigrana de piedra (de ahí su nombre, pues imita el trabajo de los orfebres) a base de medallones en las fachadas, los frontones y enjutas, los entablamentos y basamentos, los grutescos, los festones, las columnas balaustradas, todo ello decorando las fachadas de los edificios que, sin embargo, tienen la típica estructura gótica de pilares fasciculados soportando bóvedas de crucería compleja.

Palacio del InfantadoUna de las construcciones que mejor refleja el momento de fusión de ambos estilos es el Palacio del Infantado en la ciudad de Guadalajara (VER IMAGEN LATERAL)

Aunque el plateresco castellano es especialmente abundante en ciudades como Toledo, Valladolid o Salamanca, etc., es en esta última donde encontramos algunas de las obras más interesantes, debido a su gran calidad plástica y finura, hecho al que no es ajena la buena calidad de la piedra caliza salmantina.

Convento de San Esteban de SalamancaSobresale especialmente la archiconocida fachada de la Universidad, de autor desconocido, constituida como un paño decorativo, independiente del edificio, donde los temas decorativos, de flores, medallones, escudos y grutescos, ofrecen un inusitado ritmo.

Otro edificio religioso de estilo renacentista plateresco es el monumental Convento de San Esteban, obra de Juan de Álava. cuya fachada, interpretada como un gran paño decorativo, tiene una portada de grandes dimensiones rodeada de escultura (VER FOTO LATERAL)

No olvidamos citar la fachada de la catedral nueva y, en el contexto del plateresco civil, la curiosa Casa de las Conchas.

Estilo herreriano

El estilo hereriano es consecuencia de la situación social, religiosa y política de España durante la segunda mitad del siglo XVI.

Y es que, a partir del reinado de Felipe II, la corriente de austeridad católica impregna la sociedad española de la Contrarreforma alcanza también al arte y a la arquitectura.

El ejemplo más destacado, sin duda, de este periodo es el Monasterio del Escorial (1563-1584) donde se reúne monasterio, iglesia, palacio y panteón real.

Es un edificio derivado de fuentes italianas, pero de gran sobriedad y desornamentación, lo que unido a su colosal tamaño, le confiere una solemnidad aplastante.

Conjunto del Monasterio de El Escorial

Juan Bautista de Toledo inicia las obras. A él se deben la planta general del edificio, la fachada meridional y el patio de los
Evangelistas.

Le sucedió, como arquitecto general principal, el italiano Giovanni Battista Castello "el Bergamasco", que construyó la gran escalera a la imperial del interior, la primera de este tipo en Europa.

Juan de Herrera (que dá nombre al estilo herreriano) dirigió la obra desde 1572 hasta el final, y le imprimió su sello característico. Este arquitecto, estudioso de las teorías del romano Vitrubio, va a influir decisivamente en la arquitectura española del último cuarto de siglo y en el siglo XVII. Tal es su transcendencia que a esta corriente de la arquitectura del renacimiento en España se le ha dado un nombre propio: Arquitectura Herreriana.

lunes, 27 de septiembre de 2010

domingo, 20 de junio de 2010

¿que series infantiles marcaron un antes y un después en su infancia?

"V" Los visitantes (esta es la que realmente marcó mi vida!)
Barrio Sésamo
La Bola de Cristal
Verano Azul
Érase una vez ...
Heidi
Marco
La abeja maya
Los diminutos
Fragel Rock
David El Gnomo
Los Pitufos
Oliver y Benji
Juana y Sergio
Candy Candy (esta era un dramón!!)
Los tres mosqueperros
Willy Fog
La pantera rosa
Belfy y Lilibit
El Hombre y la Tierra

sábado, 5 de junio de 2010

Los Simpson

Los Simpson (en inglés, The Simpsons) es una serie estadounidense de animación, en formato de comedia de situación, creada por Matt Groening para Fox Broadcasting Company y emitida en varios países del mundo. La serie es una sátira de la sociedad estadounidense que narra la vida y el día a día de una familia de clase media de ese país (cuyos miembros son Homer, Marge, Bart, Lisa y Maggie Simpson) que vive en un pueblo ficticio llamado Springfield.

La familia fue concebida por Groening y poco después se estrenó como una serie de cortos de animación producidos por James L. Brooks.[2] Groening creó una familia disfuncional y nombró a sus personajes en honor a los miembros de su propia familia, sustituyendo su propio nombre por Bart. Los cortos pasaron a formar parte de El show de Tracey Ullman el 19 de abril de 1987, pero después de tres temporadas se decidió convertirlos en una serie de episodios de media hora en horario de máxima audiencia. Constituyó un éxito de la cadena Fox y fue la primera serie de este canal en llegar a estar entre los 30 programas más vistos en la temporada 1992-1993 en Estados Unidos.

Desde su debut el 17 de diciembre de 1989 se han emitido 455 episodios en 21 temporadas, tras el estreno de esta vigesimoprimera temporada el 27 de septiembre de 2009. En el final de la decimoctava temporada, el 20 de mayo de 2007, se emitió en Estados Unidos el episodio 400: You Kent Always Say What You Want. Los días 26 y 27 de julio de 2007 se estrenó Los Simpson: la película, la cual recaudó cerca de 526 millones de dólares en todo el mundo.

Los Simpson ha ganado numerosos premios desde su estreno como serie, incluyendo 25 premios Emmy, 24 premios Annie y un premio Peabody. La revista Time del 31 de diciembre de 1999 la calificó como la mejor serie del siglo XX, y el 14 de enero de 2000 recibió una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. Los Simpson es una de las series estadounidenses de dibujos animados de mayor duración y el programa estadounidense de animación más largo. El gruñido de fastidio de Homer «D'oh!» ha sido incluido en el diccionario Oxford English Dictionary, mientras que la serie ha influido en muchas otras comedias de situación animadas para adultos.

Los 80 y John Hughes: ‘El club de los 5’

Empiezo este post reivindicando, como hombre perdido de toda corriente existencial e ideológica que soy, el cine de los 80. Sí, “otra vez” diréis. Pero sé a ciencia cierta que lo agradecéis porque echáis de menos aquella época, aquellos tiempos de divertimento sin fin con el cine.
Todos sabemos que el cine actual está mal. No disfrutamos como antes. Necesitamos echar mano de la nostalgia para entender que aquello no fue un sueño, que el cine que nos hizo SENTIR cuando ibais a una sala de cine era como si asistierais a un espectáculo ¿Os acordáis? ¿No lo echáis de menos? Yo sí. Y sé que muchos de vosotros también. Cine de los 80 ¿Qué es? ¿Cómo nos afectó? Haceros esta pregunta. Todos tenemos recuerdos inolvidables de cuando íbamos al cine y salíamos realmente alterados, creyendo que la película que vimos entonces era la hostia. Lo mejor, la complacencia de pequeños momentos que configuran nuestra vida ulterior. Y esos momentos, algún día se echan mucho de menos, que es lo que me pasa a mí últimamente.
Tendremos tiempos de hablar de ‘Regreso al futuro’, ‘Goonies’, ‘El secreto de la pirámide’, ‘Gremlins’, ‘Indiana Jones’, ‘E.T.’, ‘Carretera al infierno’ y de todo aquel cine que nos curtió como pequeños ‘freakies’ que se han convertido en hombres de bien. Pero hoy toca algo de comedia ‘teenager’. Ahora las comedias ‘teenagers’ ya no son lo que eran. Ver ‘American Pie’ o ‘Colega ¿dónde está mi coche?’ puede estar bien, pero ya no es como antes.
Las High Schools yanquis ya no son lo mismo. Recordad los 80, amigos. Cerrar los ojos y sentid que estáis allí. Muchos hemos conocido aquella época y no es, precisamente, lo que nos muestra Colomo en la serie de Telecinco. Ni mucho menos. No podemos negarnos a la nostalgia, al recuerdo, a nuestra vida, a la reconfortante sensación de vuestra infancia, de vuestra adolescencia. Y pienso yo “Qué bagaje visual más acojonante tenemos”.
Bueno a lo que voy. Hoy, pequeñuelos, toca ‘The breakfast club’. Sí, sí, ‘El club de los 5’. Todos sabemos que el cine ‘teenager’ ha sido un género con más despropósitos que otra cosa. Pero no siempre fue así. Existía de todo desde las ‘High School movies’, hasta chorradas olvidables, pasando, eso sí, por las ‘Spring break’, el género que haría famoso a unos de las influencias más importantes del cine de los 80. El cine y televisión contemporáneos siempre tendrán que agradecer a un hombre, John Hughes, parte de una mitología que no se puede olvidar. Muchas de sus películas, muy maltratadas en su época por la crítica, son hoy en día objeto de culto. Películas que todos recordamos con afabilidad y melancolía.
Ejemplos como ‘La chica de rosa’, ‘16 velas’, ‘Todo en un dia’ y la cinta que hoy nos ocupa ‘El club de los 5’. Hughes prescribió la moda ‘teenager’ y abrió el camino de una actitud, de una música actualmente inolvidable y de los gustos de una buena parte del público adolescente. Kevin Smith, entre otros, puede dar buena fe de ello. Es uno de los ‘fans’ más reconocidos de este genio de nuestros añorados 80. Recuerdo haber ido con todos mis primos. Yo tenía 10 años y ya sabía que aquello del cine era un vicio y una necesidad. El cine se había convertido en algo como el agua, como la comida, como dormir (esto último se ha visto mermado muchas veces por el ímpetu cinéfago que he puesto a mi vida cinefila). Pues bien con 10 años vi una de las películas que marcarían gran parte de mi infancia y adolescencia. Para mí ‘El club de los 5’ durante años fue LA PELÍCULA de personajes más importante en un lapso de tiempo en el que las películas eran más que simples películas, eran sensaciones. La vi en el Coliseum, unos meses antes de ver ‘Regreso al futuro’, que se convertiría en un pilar de mi vida.
‘El club de los 5’ empezaba con aquel castigo, con aquel profesor (Paul Gleason) que era un gilipollas que imponía un trabajo a cinco jóvenes que, en un primer momento, parecían subnormales todos ellos. Un absurdo trabajo. Todo empezaba como el típico telefilme americano. Un inicio de una especie de lección moral. Y partir de ahí empieza lo bueno... No conocemos a nadie. Resulta extraño percibir a personalidades arquetípicas. Nadie estaba preparado para lo que se avecinaba. Nadie se imaginaba que estábamos ante un clásico, ante un peliculón. Una película insondable, oscura, conmovedora y descomunalmente divertida. Cinco chicos en un sábado. Presentados según iban llegando al colegio. Un primer acto en el que el tema principal es el conocimiento de todos ellos, una magistral presentación de los cinco, tres chicos y dos chicas, que están destinados no sólo a aguantarse, sino a conocerse, a compartir unas horas que se convertirán en una amistad verdadera.
El guión es una lección excelente de penetración psicológica entre diversas personalidades mostradas sin el menor tono de moralismo. Son como son. Y allí estaban... ¡Joder! Se me pone la carne de pollo. Instalados en una biblioteca nos muestran a todos los chavales. Allí estaba Andrew, Andrew Clark por supuesto, que no era otro que Emilio Estévez, el hermano de Charlie, el hijo de Martin. Un actor que con el tiempo se ha ido perdiendo en las series de televisión. Por aquel entonces era un rostro conocido, un joven valor norteamericano. Emilio era el deportista. Un líder cohibido que esconde sus miedos detrás de sus triunfos deportivos. Un ganador que es, realidad, un fracasado, un perdedor que nunca dice lo que piensa porque los demás ya piensan por él.
En ‘El club de los 5’ es donde estaba ELLA. Sabéis de quién voy a hablar. La pelirroja más carismática del cine juvenil de los 80. La musa de Hughes. Aquella exuberante chica de labios carnosos y ojos profundos. ¡¡Molly!! ¿Por qué dejaste de hacer cine? ¿Por qué un día te fuiste y no volví a soñar contigo? ¿Por qué? Molly Ringwald no podía interpretar a otra que no fuera a Claire Standish, la pija consentida, la princesita que ha tenido todo en la vida y mira por encima del hombro a sus compañeros, sabiéndose más que ellos. Una pijilla de rosa que, tras esa pose de soberbia altiva, escondía a una pobre chica hundida por la coacción familiar de acatar unas obligaciones y expectativas que ella no quiere cumplir.
Anthony Michael Hall, aquel taheño juvenil que estaba destinado a ser una estrella y acabó por coprotagonizar peliculillas infectas de serie Z con un marciano asquerosillo, era el más pardillo de todos, era el aplicado Brian Johnson. Caracterizaba al empollón, al genio, al inteligente, al sabio, a la puta máquina de los estudios que tiene una total carencia de relaciones sociales, de una timidez impropia de un joven como él. Probablemente el más ‘freak’ de todos ellos.
Quedaban los dos PERSONAJES, con mayúsculas, de la película, los dos iconos de la cinta de Hughes que más marcaron entre unos hasta entonces arquetipos. Estaba bien que hubiera un macarra de instituto porque todos veíamos en él al tópico dibujo de un fanfarrón con chupa de cuero y con malas maneras. Eso era lo habitual, lo que hasta el momento era lo frecuente, lo de siempre. Judd Nelson, uno de los actores más carismáticos del cine de los 80 encarnaba a John Bender, el matón del grupo, el intocable, un intimidador que utiliza su simple presencia para amedrentar. Lo recuerdo, recuerdo ver cómo se metía con el pobre Brian, como casi se pega con Andrew, cómo hace llorar a Claire. Pero, de repente, algo imprevisto falla. Cuando va descubriendo que los demás no son tan diferentes a él, que los otros cuatro tienen problemas similares al los suyos. Improvisadamente, sin que el público lo espere, los resentimientos de John salen a flote y se viene abajo, nos alucinó porque el más fuerte de todos llora y nos revela, bajo sus lágrimas, que es el más débil de todos, pero que sabe también cómo funciona la vida.
Y, por último, está mi musa ochentera: Ally Sheddy, la dulce Ally. Allí estaba, una presencia imponente, bajo su mirada encolerizada, estudiando a todos, en silencio. Sin decir nada. No entra al trapo hasta bien entrada la película, hasta que conocemos a casi todos. Ella sigue ahí, Allison Reynolds, una oscura mirada bajo una inquietante presencia. Cuando habla, todo el mundo enmudece y se estremece con la terrible historia que cuenta. Es el PERSONAJE. Cuando siguen contando historias ella cambia, dice que ha mentido y todos vuelven a estremecerse. Llega un punto en que nadie la cree ¿Es cierto que, como dice es alcohólica, drogadicta, es maltratada y promiscua? ¿O es simplemente que tiene un problema de mentira patológica porque nadie en este mundo se ha parado a escucharla? Antes nunca lo supe, pero con los años, lo tuve claro. Allison era el SÍMBOLO de la película. Representaba la juventud de los 80, la juventud que tuvo claro lo que quería ser hasta que llegó un momento en el que sus metas sucumbieron a la incertidumbre de la duda. A la pregunta sin respuesta. Al grito de ayuda que no recibió respuesta.
Diversas personalidades que, como era previsible, terminarán confluyendo en una transitoria amistad y conocimiento. Es impresionante amigos. Ninguna película juvenil, jamás, ha logrado lo que Hughes realizó en 1985. Y aquel final ¿Alguien le puede echar en cara a Hughes una moraleja final? NO, porque no hay. ‘El club de los 5’ no tiene final feliz. Tal vez pueda ser optimista, pero nunca autocomplaciente. Hughes deja de lado su habitual objetivo edulcorado para ir mucho más allá, para indagar en un ideal adolescente que está perdido en su propio desconcierto, en la pérdida de la ilusión y el desapego por las metas existenciales. Y ni siquiera ellos lo saben. Como todo en esta vida, todo aquello que descubrimos que puede ayudarnos a ser felices (en este caso haber encontrado momentos compartidos, en un caso concreto el amor) es transitorio. Todo aquello que queremos nunca está a nuestro alcance. Los convencionalismos y la actitud de rutina escolar volverá a su normalidad la próxima vez que se vean. Han perdido la oportunidad de sus vidas. Y ellos lo saben ¿No os hace pensar? A mí mucho.
‘The breakfast club’ es una lección con varias lecturas, con una clase magistral sobre la vida y nuestro entorno juvenil. Una película que trataba al adolescente (y a los que no lo eran tanto) como espectadores inteligentes, lanzando un mensaje que está por encima casi del propio guión. Un guión envidiable ¿Existe hoy alguien con los suficientes cojones para hacer una película como esta? La respuesta es evidente: NO.
Hughes se las arregló para jugar de forma perfecta con un espacio cerrado, unos cuantos actores y actrices que realizaron el mejor trabajo de sus carreras y una música que hoy es clásica, que vive en nuestra memoria a pesar de nuestros gustos musicales. Suena en mi descolocada mentalidad ‘Don't forget about me', de Simple Minds, aquel ‘Heart Too Hot To Hold’, de Jesse Johnson & Stephanie Sprull, la nostálgica ‘We Are Not Alone’, de la olvidada Karla DeVito o el ‘Fire in the Twilight’, de Wang Chung.
He llegado a la conclusión de que esta película es una de esas indiscutiblemente necesarias para la evolución de cualquier persona. Así que, si alguien, por algún y extraño motivo, no la ha visto aún, que se prepare a ver una joya olvidada.
Los que ya sepan de su existencia, sólo espero que este mail les invoque sus gratos recuerdos y la revisen cuanto antes.

jueves, 3 de junio de 2010

La reproducción de los vídeos depende de la velocidad de su conexión.

La Asistencia - Humor from Enfoque La Palma on Vimeo.

La misión

La misión es una película británica de 1986, dirigida por Roland Joffé, protagonizada por Robert De Niro, Jeremy Irons, Ray McAnally y Aidan Quinn en los papeles principales, ganadora de varios premios cinematográficos internacionales. Para darle un hilo conductor al drama de una época toma como fuente de inspiración a la intensa vida del sacerdote jesuíta, misionero y escritor peruano Antonio Ruiz de Montoya (1585 - 11 de abril de 1652), si bien desdobla su personalidad en dos personajes y sitúa el desarrollo en un tiempo posterior.
a película está ambientada en la década de 1750 y narra acerca de las Misiones Jesuitas en las actuales regiones de la selvas Brasileras, Misioneras de Argentina y parte de la región actual del Paraguay. Un programa de la Iglesia Católica dedicado a cristianizar y civilizar los indígenas nativos en la región de la América Meridional. La película cuenta la historia de un jesuita, el padre Gabriel (Jeremy Irons) que se interna en la selva sudamericana para fundar una misión y convertir al cristianismo a una comunidad de indígenas guaraní situada encima de las cataratas del Iguazú.

La primera escena muestra al cardenal Altamirano (Ray McAnally) dictando una carta al Papa, relatando lo sucedido a un misionero jesuita, el cual ha sido crucificado y arrojado a las cataratas por los indios guaraníes.


jueves, 20 de mayo de 2010

Merengue (género musical)

Merengue4.jpg

El merengue es un estilo musical y de baile originado en el Caribe, específicamente en la República Dominicana a fines del siglo XIX.

En sus orígenes, el merengue era interpretado con guitarras. Años más tarde, las guitarras fueron sustituidas por el acordeón conformándose, junto con la güira y la tambora, la estructura instrumental del conjunto de merengue típico. Este conjunto, con sus tres instrumentos, representa la síntesis de las tres culturas que conformaron la idiosincrasia de la cultura dominicana. La influencia europea viene a estar representada por el Acordeón, la africana por la Tambora (tambor de dos parches), y la taína o aborigen por la Güira.

Aunque en algunas zonas de la República Dominicana, en especial en el Cibao y en la Línea Noroeste, hay todavía conjuntos típicos con características similares aquellos pioneros, este ritmo fue evolucionando durante todo el siglo veinte. Primero, con la introducción de nuevos instrumentos como el Saxofón y más tarde con la aparición de orquestas con complejas con secciones instrumentales de vientos. Este ritmo ha tenido actores notables como Luis Alberti, Johnny Ventura, Félix del Rosario, Wilfrido Vargas, Juan Luis Guerra, Eddy Herrera, entre otros.

El origen de la palabra merengue se remonta a la época de la colonia y proviene del vocablo muserengue o tamtan mouringue, nombre que se daba a los bailes entre algunas de las culturas africanas que, traídas desde las costas de Guinea, llegaron a la costa atlántica colombiana y venezolana.



miércoles, 19 de mayo de 2010

jueves, 13 de mayo de 2010

Por fin vuelve la Orquesta Cañaveral

VUELVE LA ORQUESTA CAÑAVERAL
La famosa orquesta cañaveral, vuelve a actuar después de su disolución hace ya siete años, contando con la totalidad de sus músicos y cantantes de entonces. Actuarán en dos únicas actuaciones durante las fiestas lustrales 2010. Las fechas que se barajan son 14 de Julio y 31 de Julio. Será muy grato para sus fans y simpatisantes volver ha escuchar a esta gran orquesta, la cual causo gran espectación durante los diez años de su andadura musical, siendo la orquesta del momento desde 1991 hasta el 2002. Recordar esos bailes de masas, será maravilloso ya que desde su disolución los bailes o verbenas populares no han sido lo mismo. Ojalá este nuevo reencuentro les sirva para continuar.
Su web:
http://www.lapalma.com/GUIA/english/REVISTAS/MUSICA/ORQUESTACA/index.html
Sus ensayos previos a la vajada de la virgen

En su estreno

miércoles, 12 de mayo de 2010

Biografias Importantes: Vlad Draculea III de Valaquia

Vlad Draculea III de Valaquia, Vlad el Empalador o Vlad Tepes mejor conocido como Conde Dracula es nuestra Biografia importante de hoy. Conocido Gobernante fue famoso por aplicar el peor castigo a los prisioneros de guerra el cual consistia en “empalarlos” lo cual es, en terminos comunes, meter un palo por el ano, subirlo y dejar que por su propio peso se entierre solo y salga la punta ya sea por la boca, nuca o la espalda. Muchos dicen que era el mas sanguinario goernante que habia existido en toda europa del siglo XV y otros dicen que fue el mejor defensor de la soberania y de la religion catolica. Excelente guerrero y maestro en las tacticas de guerra, fue el personaje que inspiro leyendas de baños de sangre, de crueles castigos y sobre todo de la misteriosa figura de el Conde Dracula, el vampiro inmortal.

Vlad III de Valaquia (Sighişoara, 8 de noviembre de 1431Bucarest, 14 de diciembre de 1476) fue un Príncipe de Valaquia (hoy el sur de Rumania) y la figura histórica en la que el escritor irlandés Bram Stoker se inspiró para crear al inmortal personaje del Conde Drácula.

Introducción

Nació en la ciudad-burgo rumana de Sighişoara (Transilvania), el 8 de noviembre de 1431 y murió en batalla el 14 de diciembre de 1476 en las cercanías de Bucarest. También es conocido como Vlad Ţepeş (pronunciación: tse’pesh) o Vlad el Empalador.

Gobernante de carácter volcánico e impredecible, fue el más duro de todos los gobernantes de Europa Oriental en el Siglo XV. Para algunos fue un heroico defensor de los intereses e independencia de su país y del cristianismo, mientras que para otros era una persona cruel que torturaba y mataba para divertirse, por puro placer

De Vlad III de Valaquia, se cuentan numerosas historias y leyendas. Fue rehén de los invasores otomanos hasta los diecisiete años de edad, cuando logró tomar el trono de Valaquia, del cual fue depuesto poco tiempo después. Sin embargo, en 1456, tras la Batalla de Belgrado, Vlad ascendió de nuevo al trono, tras matar a su contrincante Vladislav II, y ya no lo abandonó hasta 1462. Después vivió en el exilio hasta 1474, momento en que se lanzó de nuevo a la batalla para recuperar el cargo, lo que conseguiría en 1476. Sin embargo, en diciembre de este año caería luchando contra los turcos, rodeado de su leal Guardia Moldava.

La leyenda negra

Vlad se hizo famoso por tres cosas: su increíble arrojo y valentía (murió luchando con un ejército de tan solo 300 hombres contra un ejército de 120.000 turcos, algo que había hecho antes varias veces con éxito), su implacable sentido de la justicia y su extraordinaria crueldad, capaz de llamar la atención incluso en aquellos tiempos sangrientos. Como su apodo Tepes indica, su argumento contundente favorito era el empalamiento, una técnica de tortura y ejecución que consiste en introducir un palo de aproximadamente 3.50 m. de largo sin punta (ya que esto aseguraba un mayor sufrimiento en la víctima), por el ano o la vagina hasta la boca o el hombro, fijarlo a la carne con un clavo y después levantarlo para que la víctima muera allí lentamente, entre dolores atroces. Al menos cien mil personas, murieron de esta manera a manos de los hombres del Empalador durante los siete años que duraron sus sucesivos reinados: enemigos, traidores, delincuentes de todo tipo y las familias de todos ellos, incluyendo a los bebés, y a elementos de su propia milicia que “merecían” ser castigados.

Un delegado papal en la corte húngara lo describió así: “No era muy alto, pero sí corpulento y musculoso. Su apariencia era fría e inspiraba cierto espanto. Tenía la nariz aguileña, fosas nasales dilatadas, un rostro rojizo y delgado y unas pestañas muy largas que daban sombra a unos grandes ojos grises y bien abiertos; las cejas negras y tupidas le daban aspecto amenazador. Llevaba bigote, y sus pómulos sobresalientes hacían que su rostro pareciera aún más enérgico. Una cerviz de toro le ceñía la cabeza, de la que colgaba sobre unas anchas espaldas una ensortijada melena negra.” (Nikolaus Modrussa).

Vlad hizo y deshizo alianzas tanto con turcos como con húngaros siempre por los intereses de su patria, Valaquia. Durante todo su reinado se caracterizó como un auténtico patriota y siempre defendió los intereses de su pueblo ya que tanto húngaros como turcos miraban a sus territorios como región a conquistar. Casi siempre contó con un ejército reducido y muchas veces utilizó las tácticas de la guerrilla (utilizaba la táctica de tierra quemada, infectaba los pozos de agua, mandaba enfermos de tuberculosis a los campamentos turcos) para luchar contra sus enemigos.

Sus hechos fueron inmortalizados por el juglar alemán Michel Beheim, en su obra poética Von ainem wutrich der hies Trakle waida von der Walachei en 1463.

Biografía

Fue uno de los tres hijos de Vlad Dracul (que significa Dragón o Demonio, de donde viene el término Drácula o Drăculea: hijo de Dracul), quien fue incluido en la Orden del Dragón de manos de Segismundo de Luxemburgo, también rey de Alemania, Bohemia y Hungría, en 1428. Dado que en la mitología rumana no existían los dragones, por analogía fonética de “Drac” (dragón en Húngaro) pasó a ser conocido como “Dracul”, que en Rumano significa “el Demonio”.

Vlad era príncipe de Velaquia (antiguo principado danubiano, que formo con Moldavia el reino de Rumania). Hoy en día, constituye dos regiones geográficas bien definidas: la Mutenia, situada al este del río Olt, y la Oltenia, al oeste.

Su traumática infancia, fue muy determinante a la hora de formar su futuro como príncipe. A los 13 años, en 1444, fue entregado a los turcos como rehén junto con su hermano Radu, por su padre como muestra de sumisión al Sultán y como garantía. Fue criado por el mismo Murat II (padre de Mehmet II, el cual lo tuvo como a un hermano) en ciudades como Adrianópolis, Egniojsor, Ened y Ninfamén, siendo el propósito evitar una nueva traición por parte del padre de Vlad.

Cuando volvió del exilio, su padre Vlad Dracul había muerto apaleado, por Iancu de Hunedoara en 1447, y a su hermano Mircea le quemaron los ojos con un hierro al rojo vivo antes de enterrarlo aún con vida. Ambos hechos fueron ordenados por los Boyardos (una aristocracia local), a los cuales Vlad tuvo desde entonces odio eterno.

Los turcos lo apoyaron hasta convertirlo en rey de Valaquia (antes incluso llegó a ser príncipe de Transilvania, pero sólo durante unos meses), en Septiembre de 1448, pero los húngaros lo expulsaron por ordenes de Juan Hunyadi, comandante en jefe de los nobles de Hungría, antiguo aliado de su padre.

Durante ocho años Vlad estuvo viajando por los lugares limítrofes de Valaquia buscando apoyo. Se sabe que en este tiempo contactó con su primo Esteban el Grande de Moldavia, quien le ayudaría en el futuro contra los turcos cuando éste se convirtió en voivoda de su país. Además aprendió varias tácticas político-militares.

Estuvo en la corte de Juan Hunyadi, el cual, impresionado por su conocimiento de los turcos y su odio del sultán turco Mehmed II le perdonó y le tomó como consejero. Eventualmente se convertiría en el candidato húngaro al trono de Valaquia.

Principado (1456-1462)

Cuando Vlad conoció que los turcos habían sido rechazados por los húngaros se lanzó al ataque del poder que ostentaba Vladislav II, apoyado por los húngaros y la población de origen alemán y protegido de los turcos. Junto con un contingente de Transilvania derrotó al voivoda e hizo que lo ejecutaran en la plaza pública de Tirgusor (cerca de Tirgovisthe, la antigua capital de Velaquia, justo donde había muerto su hermano. Una vez convertido en príncipe, en 1456, los reinos cristianos lo reconocieron como tal.

La primera parte del reino de Vlad estuvo dominada por la idea de eliminar amenazas a su poder, especialmente de grupos de nobles, especialmente los boyardos. Esto se consiguió por eliminación física, pero también reduciendo el rol económico de la nobleza: Las posiciones más importantes en el Concilio de Principes, que iban normalmente a los más poderosos boyardos, fueron dados a individuos desconocidos, algunos de origen extranjero, pero leales a Vlad.

Para posicionesmenos importantes Vlad también ignoró a los boyardos, prefiriendo nombrar caballeros y nombrar a campesinos libres. Una de las bases del poder de la nobleza de Valaquia eran sus conexiones a las ciudades autónomas de Transilvania pobladas por gente de origen sajón. Vlad actuó contra ellas eliminando sus privilegios en relación con Valaquia y organizando ataques contra ellos.

Fue despiadado y en las ciudades donde no lo aceptaban se realizaban ejecuciones por empalamiento de hombres, mujeres y niños, como en los casos de la ciudad transilvana de Kronstadt (Brasov) y Hermannstadt (Sibiu), ambas ciudades habitadas por colonos alemanes que no querían comerciar con él o que no querían pagarle tributo. En 1459 hizo que 30.00 colonos alemanes (sajones) y oficiales fueran empaladas

Con ello iniciaría su carrera de brutales masacres, entre las que se le atribuyen el exterminio de cien mil personas entre 1456 y 1462, hechos detallados en documentos y grabados de la época, que pusieron de manifiesto su gusto por la sangre y el empalamiento, por lo que se le comenzó a llamar Ţepeş que significa en rumano: empalador (véase Empalamiento).

Venganza contra los nobles boyardos

Una de sus acciones de empalamiento masivo fue en su venganza contra los boyardos, asesinos de su padre y de su hermano mayor. Vlad llevó a cabo esta venganza en la Pascua de 1459, invitando a los boyardos a una gran cena de Pascua pidiéndoles a estos que se pusieran sus mejores galas. Cuando terminaron de cenar, Vlad mandó empalar a los más viejos, mientras que a los jóvenes les obligó a ir hasta Târgoviste, hasta un castillo en ruinas que había en un monte cercano al río Arges. Los boyardos fueron a pie, y muchos perecieron en el camino, pero los que llegaron aún con vida, fueron obligados a construir el castillo de Drácula, y así, sus preciosas ropas de gala, quedaron convertidas en harapos, mientras, obligados a construir el castillo, iban muriendo de cansancio y agotamiento a través de los meses ante el deleite del Empalador.

A Vlad le gustaba organizar empalamientos multitudinarios con formas geométricas. La más común era una serie de anillos concéntricos de empalados alrededor de las ciudades a las que iba a atacar, pour encourager l’esprit. La altitud de la estaca indicaba el rango que la víctima había tenido en vida. Con frecuencia, Vlad los dejaba pudriéndose durante meses. Un ejército turco que pretendía invadir Rumania se volvió atrás, aterrado, cuando encontró a varios miles de empalados descomponiéndose en lo alto de sus estacas, a ambas orillas del Danubio.

Los bosques de empalados contra sus enemigos

Vlad Tepes desayunando ante unos empalados

Luchó y descargó toda su brutalidad tanto contra cristianos como contra musulmanes. Dependiendo lo que le convenía en cada momento, luchaba contra aquel que le hiciera pagar tributos.

Tanto musulmanes como cristianos lo tenían por maldito, quedándose él en una posición media, obligando a musulmanes de su país a luchar contra los musulmanes turcos, y a los católicos a matar ortodoxos.

El Día de San Bartolomé de 1459, Vlad hizo empalar a la mayoría de los sajones de Brasov, una ciudad transilvana que se había rebelado contra él ya que habían apoyado al pretendiente Dan II, junto con desleales húngaros y rumanos, y a continuación organizó un festín en el centro de este nuevo Bosque de Empalados aún aullantes, frente a la tarima donde un verdugo descuartizaba lentamente a los cabecillas de la sublevación y sus familias. La peculiar celebración duró hasta muy entrada la noche, cuando, para iluminarse, Vlad y su ejército prendieron fuego a la ciudad ante los ojos de sus 30.000 agonizantes ciudadanos. Incluso a los que no mandó empalar los amontonó e hizo que sus soldados los mataran a sangre fría con espadas, picas y cuchillos. Poco después atacó a la ciudad de Tara Birsei, en donde también hubo varios empalamientos.

Al año siguiente arrasó las ciudades de Amlas y Fagaras por rebelión resultando la gran mayoría de sus habitantes empalados, quemados o muertos en combate. Estas ciudades tardaron varias generaciones en recuperar su población, quedando desiertas algunas poblaciones durante un siglo. Vlad al firmar la paz con Transilvania exigió que este principado no acogiera a ningún enemigo y que le pagara un tributo 15.000 florines.

Conflictos externos

Una vez hubo resuelto los conflictos internos, Vlad se alió con los húngaros, especialmente con el rey de Hungría Matthias Corvino(hijo de Iancu de Hunedoara). En 1459 dejó de pagarles tirbutos, y en 1460 se alió con Corvinuss y lanzó una serie de campañas contra los turcos. Aunque las campañas resultaron exitosas al principio, no le proporcionaron victorias duraderas debido tanto al escaso apoyo del rey húngaro Matías Corvino, como a los limitados recursos de Valaquia.

En 1461 Draculea libró una de sus más famosas batallas. El Sultán turco Mehmed II, conquistador de Constantinopla, le tendió una trampa. Envió a su encuentro al al colaboracionista griego Catavolinos, en calidad de embajador, para citarle en Giurgiu, puerto danuviano cerca de Bucarest, con el fin de “solucionar un pequeño problema fronterizo”. En el lugar de la cita esperaba un destacamento al mando del general Hamza Beg. Vlad Tepes fingió caer en la trampa y se presentó con parte de los tributos pendientes e incluso algunos presenten para el sultán pero, a su vez, llevó consigo a un nutrido ejército de caballería que derrotó a los turcos con relativa facilidad. Después de esta batalla Catavolinos y Hamza Beg fueron conducidos junto al resto de los prisioneros hasta Tirgovisthe, donde murieron empalados, aunque otras fuentes aseguran que Hamza Beg fue abandonado con vida en la frontera tras serle cortados los pies y las manos.

Este mismo año, Mehmed II, un hombre al que no se le conocía precisamente por su repugnancia ante la efusión de sangre, retrocedió cuando pretendía invadir Tirgovisthe y volvió a Estambul enfermo de violentos vómitos ante la visión del Bosque de los Empalados. Este peculiar “Bosque” era un valle donde se habían talado todos los árboles para obtener estacas. Estacas suficientes para empalar a más de 23.000 prisioneros turcos, húngaros, rumanos, búlgaros y colonos alemanes y sus familias empalados allí mismo, repartidos por todo el valle, en lo alto de los palos.[4]

Animado por estos éxitos, Vlad III cruzó el Danubio, penetrando en territorio otomano, incendiando, saqueandeo y derrotando a las tropas turcas. El 11 de enero de 1462 Draculea envió una misiva a Matías Corvino, informándole del recuento de las cabezas de 24.000 enemigos, a los que había que sumar los muertos en los incendios de sus casas, cuyos cadáveres no fueron recuperados. Además de la carta también envió al rey húngaro dos grandes sacos con orejas, narices y cabezas de sus víctimas. Fue tal el terror desatado entre los turcos por estas incursiones que buena parte de la población musulmana de Estambul abandonó la ciudad por miedo a que fuera conquistada por Vlad con el apoyo de los numerosos habitantes que aún echaban de menos el esplendor bizantino.

Enfurecido por el avance de los valacos, Mehmet II atacó ese año con un ejército de 150.000 hombres (según una carta que él mismo escribió a un gran visir) y una flota que ascendió por el Danubio. Estas tropas incluían a 4.000 soldados de caballería comandados por Radu el Hermoso, hermano de Vlad III. No hay acuerdo respecto a la cantidad de hombres de los que dispuso Draculea, pero diversas fuentes barajan cifras entre los 22.000 y los 30.900. Lo que sí es seguro es que Vlad III no pudo evitar que los turcos ocuparan la capital, Tarrgovişte (4 de Junio, 1462), por lo que se sirvió de estrategias como la guerra de guerrillas y la “tierra quemada” para enfrentarse a los turcos durante la primavera y el verano de 1462, además de diversos ataques. El más importante tuvo lugar en Juni 16-17, cuando Vlad y algunos de sus hombres disfrazados con ropas turcas se introdujeron en el campamento turco e intentaron asesinar a Mehmed. Además, para desmoralizar a los invasores, ordenó evacuar todas las ciudades de Valaquia y sacar de ellas cualquier objeto de valor. Éstos se retiraron tras fracasar en el asedio a la fortaleza de Kilia (al sur de Moldavia, con sus tropas diezmadas por la peste y dejaron a Radu el hermoso para que continuara la lucha.

Esta sería la última gran batalla de Draculea. Pese a las victorias, a Vlad se le opinia la nobleza, que apoyó a su hermano Radu. Mehmet II, una vez en Estambul logró, usando una serie de intrigas que incluyeron la falsificación de documentos, que Matías Corvino encarcelase a Vlad III en agosto de 1462.

El ejército turco, dirigido por su medio-hermano Radu, rodeó la fortaleza de Poenari, donde se había refugiado el príncipe valaco. Un arquero lanzó una flecha a través de la ventana, avisando que el ejército turco se acercaba. McNally y Florescu explican que el arquero era un antiguo sirviente de Vlad, que lanzó el aviso por lealtad, pese a haberse convertido al Islam para escapar de la esclavitud por los Turcos. Su mujer, la princesa Cnaejna, al leer el mensaje se arrojó a un afluente del ríoArgeş para evitar ser apresada. De acuerdo con la leyenda, dijo que “prefería que su cuerpo se pudriera y ser comida por los peces del Argeş antes que ser apresada por los turcos”. Hoy el afluente es llamado Râul Doamnei (el río de la dama). El mismo Vlad fue recluído en la torre real cerca de Buda, tomando posesión del trono su hermano Radu, quien actuó como un títere de los turcos.

Último ascenso al poder de Valaquia

No se sabe por qué, Draculea fue liberado en torno a 1474, pero no hay duda de que participó en la batalla de Vaslui (en la región de Jashi, Moldavia), junto al príncipe Esteban Bathory de Transilvania. Juntos invadieron Valaquia con un ejército formado por transilvanos, boyardos valacos y un pequeño número de moldavos enviados por el primo de Vlad Draculea, el príncipe Esteban el Grande de Moldavia. Tras esta batalla Draculea recuperó el trono, pero Esteban Bathory volvió a Transilvania, dejándole en una posición muy débil frente a sus enemigos.

Su última acción fue tres días después, cuando Vlad se lanzó a atacar a los turcos. Estos habían preparado otro gran ejército para conquistar Valaquia y poner en el poder a Basarab Laiota. Los turcos estaban apoyados por los nobles boyardos, quienes les dejaron vía libre para penetrar en Valaquia. Y fue Basarab quien se lanzó contra Vlad Dracula en una emboscada en la que murió éste y la mayoría de su guardia personal de moldavos, de los que sólo quedaron diez soldados. Tras su muerte su cara y su cabellera fueron separadas del cráneo y llevadas como trofeo a Estambul.

Tradicionalmente se ha considerado el monasterio la isla de Snagov como el lugar de enterramiento de Drácula y ciertamente se encuentra allí, junto al altar, una tumba con su nombre, aunque en su interior sólo se han hallado restos de animales. La posible explicación parece ser, como desvela el documental “Los padres de Drácula” (Bloodlines: Dracula’s family tree”), que los monjes griegos, que se hicieron tiempo después con el monasterio, no quisieron que un personaje tan despiadado estuviera enterrado en el lugar más sagrado del monasterio, así que sacaron sus restos y los enterraron en otra tumba junto a la entrada. Recientemente esa tumba se derrumbó por efecto de una riada y los restos de Drácula se perdieron en el lago. Una excavación se realizó en 1931 encontró un sepulcro vacío

Vlad III Draculea tuvo dos hijos con la princesa Cnaejna: Vlad IV Tepelus, muerto en 1500 y Minhea III “el Malo” (1462-1510), príncipe de Valaquia de 1508 a 1510.

Torturas y condenas

Aunque el empalamiento era, evidentemente, la diversión favorita de Vlad, también gozaba con la aplicación de otros métodos a quienes de un modo u otro le habían hecho enfurecer, normalmente en la intimidad de sus castillos. Entre los métodos de tortura favoritos del Príncipe de Valaquia se contaban también la amputación de miembros, narices y orejas; la extracción de ojos con ganchos; el estrangulamiento, la hoguera, la castración, el desollamiento, la exposición a los elementos o a fieras salvajes, el vaciado de ojos, la parrilla y la lenta destrucción de pechos y genitales, especialmente de las mujeres.

Eliminación de pobres y gitanos

Otra de sus actuaciones en su reinado fue cuando la población se quejaba de los continuos robos que sufrían por parte de ladrones y asaltadores en sus territorios, además de los pobres, que según Vlad no aportaban nada al país. Para erradicar esto propuso un gran festín en una gran casa de las afueras de las ciudades para pobres, ladrones, tullidos, leprosos, enfermos, pordioseros, en donde las grandes viandas y el vino estaban por doquier. Cuando ya todos estaban bien servidos de comida y borrachos de vino, Vlad y su guardia se plantaron en la casa y preguntó a todos los allí reunidos si querían una vida sin privaciones ni preocupaciones y que todos los días se dieran festines como aquel, a lo que los mendigos y demás personas respondieron que sí y que había sido el mejor día de sus vidas. Vlad les sonrió y mandó a sus soldados que cerraran todas las puertas de la casa y prendieran fuego sobre ella. Nadie quedó con vida. Eliminó la pobreza acabando con los pobres. Estas atrocidades se fueron repitiendo con todos los mendigos en cada comarca de su principado. Llegaron a morir 3.600.

El siguiente grupo para él improductivo con el que quiso acabar, fue el de los gitanos. Vlad reunió a los trescientos de una comarca, mandó que asaran a los tres líderes para que los demás los comieran o a cambio se alistaran al frente turco, sino todos serían asados. Los gitanos optaron por lo segundo.

Mensajeros turcos

Vlad Tepes y los enviados turcos, de Theodor Arman (1831-1891).

A unos mensajeros turcos les preguntó que por qué eran tan irrespetuosos y no se sacaban el turbante en muestra de respeto ante su presencia. Los mensajeros respondieron que no acostumbraban a hacerlo. Vlad decidió reforzar sus costumbres y los devolvió a Estambul con los turbantes clavados a los cráneos, para que nunca se los sacasen.

El comerciante

Un buen día, un comerciante florentino se presentó en su castillo para denunciar que le habían robado una bolsa de monedas de oro. El príncipe le dijo que volviera al día siguiente. Cuando el mercader retornó al día siguiente, los ladrones y todos los miembros de sus familias estaban empalados en el patio de castillo. Frente a ellos, Vlad devolvió la bolsa robada.

Entonces el Empalador le pidió al comerciante que contara las monedas de la bolsa, para comprobar si faltaba alguna. El aterrorizado extranjero las contó cuidadosamente, y probablemente demasiado asustado para mentir, musitó finalmente: -Sobra una.

Vlad le contestó: -Tu honradez te ha salvado. Si hubieras intentado quedártela, habrías acabado en la estaca más alta, junto con éstos..

Las caravanas de comerciantes

Ocurrió que unas caravanas de comerciantes alemanes en su ruta desde Serbia hasta Hungría no llegaron a pararse en Valaquia y comerciar con Vlad. Éste, al enterarse de la falta de respeto hacia él y su pueblo, mandó capturar las caravanas y asesinar a los 600 comerciantes que las componían exceptuando a dos, a uno de ellos le sacó los ojos y a otro le cortó la lengua y les hizo volver con las cabezas de los comerciantes a Serbia.

La amante

Vlad tuvo muchas amantes a lo largo de su vida, probablemente debido al hecho de que le duraban muy poco. Un día que Vlad estaba de mal humor una de sus amantes le dijo para complacerle que estaba embarazada de él. Vlad le envió una matrona para que la examinase y cuando ésta le dijo que no había tal embarazo le rajó literalmente el vientre a su amante gritando que quería ver el fruto de sus entrañas.

Castigó duramente el adulterio y no dudó en empalar a todas aquellas mujeres que fueran acusadas de ello.

El monje empalado

Un día cuando Vlad paseaba con un monje junto a un bosque de empalados, éste le dijo que el hedor era insoportable, pero se lo dijo en tono de sorna. Vlad lo miró con ojos incendiarios y ordenó que lo empalaran en el palo más alto que hubiera. Cuando el monje ya estaba empalado el príncipe le preguntó si allí arriba olía mejor.

La mujer holgazana

Vlad se encontró con un hombre trabajando en el campo que parecía falto de mujer por el aspecto de sus ropas. Al preguntarle si no estaba casado éste le dijo que sí. Vlad hizo traer a la mujer y le preguntó qué hacía en sus días, y ésta le dijo que lavar, hacer el pan y coser. Señalando a las ropas de su marido, Vlad no le creyó y decidió empalarla a pesar de que el marido afirmaba estar satisfecho con ella. Luego obligó a otra mujer a casarse con este hombre no sin antes amenazarla con el mismo destino si no cuidaba bien del campesino.

El voivoda Dan

Otra de sus acciones fue la muerte al voivoda usurpador Dan, a causa de que éste quiso derrocar a Vlad del poder de Valaquia, no sin que antes Dan cavara su propia tumba y asistiera a sus propios funerales. Ocurrió en 1460.

Los monjes mendigos

Cuando Vlad fue de visita a un pueblo de Valaquia, vio como dos monjes le pedían limosna. El príncipe les preguntó que porqué pedían limosna si podían vivir sin penurias colaborando en cualquier iglesia y éstos le respondieron que mendigando podrían saber si iban a entrar o no en el reino de los cielos, a lo que Vlad sin más miramientos, les mandó empalar y les dijo que así sus dudas quedarían resueltas de inmediato.

La copa de oro

También puso en una fuente de la plaza de la capital de Valaquia, Tirgoviste, una copa de oro para que todo el mundo bebiera en ella, pero aquel que la robara se sometería a la justicia del príncipe. Durante los años de su reinado nadie osó robar la copa de oro. Incluso tras su muerte la copa siguió durante un largo período en la fuente debido al temor que había infundido Vlad en los habitantes.

Torturas a animales

Incluso cuando estaba prisionero o en el exilio, se dedicaba a torturar y mutilar pájaros y otros animales pequeños, como ratones, y ardillas, y llegaba también a empalar maxis montañeses silvestres.

La crueldad del siglo XV

Justicia y sadismo, sangre y tortura, bosques de empalados y valentía sobrehumana. Los historiadores que defienden a Vlad III el Empalador como un héroe nacional destacan que, en aquel tiempo y lugar, el ejercicio del terror total era la única manera de mantener a raya a las fuerzas abrumadoramente superiores que, desde un lado y otro, se disputaban las puertas de Europa y de Asia. Desde esta perspectiva, Vlad Tepes habría sido simplemente un hombre de su tiempo, con la moral de su tiempo e incluso dotado de un sentido de la justicia y el patriotismo poco usual para una época tan convulsa, quien hizo estrictamente lo necesario para acobardar a los masivos ejércitos extranjeros y a los desestabilizadores del interior.

Leyenda de vampiro

En la literatura y el cine fue el modelo del género de terror y del vampirismo, ya que se dice que bebía la sangre de sus víctimas en copas mientras comía delante de los empalados. Su sádica personalidad la tomó Bram Stoker como modelo para su obra Drácula, escrita en 1897. Para 1976, el gobierno comunista de Nicolae Ceauşescu lo declaró Héroe de la nación al cumplirse el V Centenario de su muerte. Se han realizado infinidad de películas sobre el personaje pero siempre desde la perspectiva del vampiro y no de su biografía real durante todo el siglo XX.

domingo, 2 de mayo de 2010

Arte Canario

El arte canario no siempre fue realizado por canarios. Desde la Conquista hasta el siglo XVII (tanto la civil como la religiosa) se nutrió de talleres foráneos, ya fuesen de la Baja Andalucía, de Flandes, de Génova, incluso de Méjico. Así pues, puede decirse que hasta finales del siglo XVII no había una producción artística canaria capaz de responder a la demanda de imágenes, pinturas, ornamentos religiosos, orfebrería, etc. El primer cliente era la iglesia, siendo de destacar el mecenazgo del Cabildo Catedral de Las Palmas y de las grandes Órdenes Religiosas (franciscanos, dominicos, agustinos, etc.). La aristocracia también desempeñó un papel importante, pero menor que el de la iglesia. Hay que citar, sin embargo, el protagonismo de las familias flamencas afincadas en la isla de La Palma y dedicadas a la producción y comercio de la caña de azúcar, las cuales hicieron importantes encargos de tallas y pinturas a los talleres flamencos. Hoy en día estas obras de importación se han integrado en el patrimonio cultural de las islas.

[1. Virgen del Rosario, Escultura de madera policromada, 74 cm., Flandes, 1.ª mitad del siglo XVI, Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, Barlovento, La Palma.]

Canarias Prehispánicas, siglos XIII y XIV

Antes de la llegada de los conquistadores castellanos a las islas, otros europeos arribaron a sus costas: primero los genoveses, a fines del siglo XIII, y luego los catalanes y los mallorquines; estos últimos fundaron el obispado de Telde (1331-1391). Pero casi nada queda de estos primeros colonizadores del Archipiélago. Se cree que acaso sea mallorquina la imagen de San Nicolás de Tolentino que se conserva en la parroquia de la localidad del mismo nombre, en la isla de Gran Canaria. Lo mismo puede decirse de los conquistadores normandos que llegaron en el siglo XIV, de quienes sólo se conservan las ruinas góticas de San Marcial del Rubicón, en Lanzarote, y algunos elementos arquitectónicos de estilo gótico en Betancuria (Fuerteventura). La imagen de la Virgen de la Peña, patrona de esta isla, pudo haber sido traída por los normandos en el primer tercio del siglo XV. Es una hermosa escultura de alabastro, labrada en algún taller del norte de Francia.

Arte de los conquistadores (siglo XV)

Los conquistadores castellanos también portaban consigo imágenes sacras de campaña, como la Virgen de la Consolación, que acompañaba al Adelantado Alonso Fernández de Lugo, y que hoy se conserva en la iglesia de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife. Se cree que la Virgen de las Nieves de La Palma, que es de procedencia sevillana, también pudo haber sido traída por dicho conquistador. Sevillana es también la Virgen del Pino, patrona de Gran Canaria, realizada en barro cocido por Jorge Fernández. La primera imagen de la Virgen arribó a la isla seguramente con las misiones franciscanas en la mitad del siglo XV; perdida en el aluvión de 1826, hoy sólo la conocemos a través de copias. La del Cristo de La Laguna llegó con el Adelantado Alonso Fernández de Lugo. Es una pieza de excepcional valor artístico, tallada en madera de roble de Flandes, de estilo gótico. Antes de que el Duque de Medina Sidonia se la obsequiara al adelantado era venerada en la ermita de la Vera Cruz en Sanlúcar de Barrameda. En 1520 el conquistador la donó a su vez al convento franciscano de San Miguel de las Victorias, en cuya iglesia aún se conserva.

El siglo XVI y su arte

En las columnas y bóvedas de la catedral de Las Palmas -el monumento más importante de la arquitectura canaria- nos encontramos con una manifestación grandiosa del estilo gótico-manuelino. El estilo gótico también está presente en muchas portadas de palacios del barrio histórico de Vegueta, barrio que se desarrolló en torno a la fábrica de la catedral de Las Palmas.

[2. Catedral de Las Palmas.]

En las portadas de las mansiones de Vegueta también se conservan del estilo renacentista algunos elementos arquitectónicos clasicistas. En cuanto a las artes plásticas de esta época, siglo XVI, cabe citar la importación de algunas tallas flamencas renacentistas, datadas en el primer tercio de esta centuria, como el tríptico de Taganana, atribuido a un pintor de la escuela de Brujas, o el de la ermita de Las Nieves, en Agaete, atribuido a Joos Van Cleve.

[3. Tríptico de Las Nieves, Agaete, las Palmas de Gran Canaria.]

Barroco

En Canarias, la cultura artística del Barroco abarca desde mediados del siglo XVII hasta finales del siglo XVIII. Es el primer estilo que arraiga plenamente en las Islas. Ya no cabe hablar de una implantación relativa; se manifestó en todas las artes, contando con una aportación importante de los creadores canarios, pues fue entonces cuando se formaron en los núcleos urbanos de las islas los primeros talleres que abastecían de cuadros e imágenes a las iglesias, conventos y mansiones señoriales. Lo cual no quiere decir que se dejasen de importar obras de los talleres genoveses y sevillanos; aunque se interrumpiera la importación de tallas flamencas, ya que la presencia de éstas en las islas, especialmente en La Palma, tenía que ver con un fenómeno comercial, el de la caña de azúcar, y cuando dicho monocultivo fue reemplazado por el del vino, todo el tráfico comercial de las islas se desvió a Inglaterra.

La segunda mitad del siglo XVII en Canarias estuvo marcada por las secuelas de una gran crisis económica, de la que se hacía eco Viera y Clavijo, señalando el hecho de que todos los grandes conventos fuesen fundados antes de 1640. Sin embargo los talleres canarios desde entonces hasta finales del siglo XVIII no dejaron de producir piezas de arte sacro para los conventos, ermitas y parroquias de las islas.

Durante el siglo XVII se configura el modelo de la arquitectura tradicional canario, tanto en la tipología civil (la casa) como en la religiosa (la iglesia, la ermita y el convento). El uso de la madera en las ventanas exteriores, en las balaustradas de los patios interiores y en los artesonados de los salones y en los suelos infunde personalidad a estas creaciones anónimas de nuestra arquitectura. La tradición artesanal de la carpintería proclama su origen mudéjar, proveniente de la Baja Andalucía, en tanto que ciertas soluciones arquitectónicas apuntan a un origen portugués.

En la pintura surgen los primeros maestros canarios, como el orotavense Gaspar de Quevedo, nacido en 1616. Entre los siglos XVII y XVIII trabajaron Cristóbal Hernández de Quintana (1651-1725), en Tenerife, y Bernardo Manuel de Silva (1655-1721), en La Palma, quien también cultivó la imaginería religiosa. Y a finales de dicha centuria hay que destacar la labor del grancanario Juan de Miranda (1723-1805).

En el estilo barroco también se expresó el más grande escultor que ha dado Canarias durante el Antiguo Régimen, el imaginero José Luján Pérez (1756-1815), creador en sus imágenes marianas de un modelo de rotunda y deslumbrante belleza, véase la Dolorosa de la Catedral de Las Palmas, que la devoción popular asocia con la fisonomía de la mujer canaria. Las obras que proyectó como arquitecto evidencian su filiación a la estética neoclásica, por ejemplo, sus intervenciones en la catedral de Las Palmas.

[4. Cristo de Luján Pérez, Catedral de Las Palmas.]

Durante los siglos XVII y XVIII florecieron también las labores de orfebrería. La plata traída de América se repujaba en los talleres canarios, sobresaliendo la calidad de las piezas elaboradas por los orfebres laguneros. Asimismo floreció el arte del retablo: esas portentosas fábricas de madera dorada que decoran suntuosamente los interiores de los templos de las islas.

Los mejores frutos artísticos llegaron en la segunda mitad del siglo XVIII. El modelo de vivienda aristocrática alcanzó entonces su máximo esplendor (véase la denominada Casa de los Balcones, de la Orotava). Esta tipología se caracteriza por el brillante desarrollo de las fachadas -de tres plantas, con un balcón corrido en el granero-, y por la amplitud y nobleza de los patios interiores -con corredores sustentados por columnas, que podían ser de piedra o de madera, y balaustradas de madera talladas con maestría y primor- De uno de los costados del patio partía la escalera de madera que conducía al salón noble de la casa, cuyas ventanas, dotadas de asientos, daban a la fachada principal del edificio.

En las últimas décadas del siglo XVIII, la penetración de las ideas ilustradas procedentes de Europa supuso una modernización «externa» de la casa tradicional canaria, que perdió algo de su aire señorial y rústico para vestirse con la apariencia decorosa de la edificación urbana. Las referencias neoclásicas, que se manifiestan en la regularización de los vanos, en el uso discreto de frontones y, sobre todo, en la tendencia a tapar los aleros de los tejados, constituyen modificaciones estilísticas que no afectan a la estructura interna de la vivienda. Es tan sólo un cambio de piel.

Arte del siglo XIX

El nuevo espíritu cívico, que la ilustración canaria promovió a finales del siglo XVIII, fue el desencadenamiento ideológico que hizo posible durante la centuria siguiente el desarrollo urbano de las dos capitales canarias, Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria, ciudades que crecerían impulsadas por la actividad comercial de sus respectivos puertos. La arquitectura y el urbanismo serán un reflejo de estas profundas transformaciones que se estaban operando en la sociedad canaria.

Los principales arquitectos ejercieron también de urbanistas: Manuel de Oraá (1822-1889), en Tenerife, que proyectó el Teatro Guimerá; y Manuel Ponce de León y Falcón (1812-1880), que también practicó la pintura, a quien se debe el diseño de la plaza del Espíritu Santo, en Las Palmas de Gran Canaria.

En el terreno de las artes figurativas esta nueva mentalidad determina el nacimiento del retrato burgués. Como las rentas de la iglesia disminuyeron sensiblemente y la religiosidad se fue enfriando, un nuevo tipo de mecenazgo acabaría por imponerse: el de la burguesía y el de las instituciones públicas (ayuntamientos, cabildos, etc.). Salvo excepciones, no hay pintura mitológica, ni pintura de ruinas, ni versiones morales de la historia romana.

Los artistas se convierten en profesionales burgueses: Luján Pérez fue consejero del Cabildo de Las Palmas, Fernando Estévez, concejal del Ayuntamiento de la Orotava, y Luis de la Cruz, alcalde del Puerto de la Cruz.

Los dos artistas neoclásicos más importantes que dio Canarias fueron el pintor Luis de la Cruz y Ríos (1776-1853) y el imaginero Fernando Estévez (1788-1854). El primero fue un magnífico retratista y miniaturista, para quien posó la aristocracia isleña, antes de que Fernando VII lo nombrara pintor de Corte, debiendo trasladarse a Madrid, donde siguió cultivando la miniatura y el retrato al óleo. De Fernando Estévez, cabe decir que fue discípulo de Luján Pérez. Su estilo es más sosegado y clásico que el de su maestro. La serenidad, como se sabe es un atributo estético del arte neoclásico. Plasmó en sus vírgenes un modelo de belleza femenina cuya expresión dulce y melancólica induce a pensar en la influencia que pudo haber recibido de la estatuaria genovesa de la época, cuyas piezas se siguieron importando en Canarias a lo largo de los siglos XVIII y XIX. Véase su Magdalena de la Catedral de La Laguna, o el Nazareno de la iglesia de Santo Domingo, en Santa Cruz de La Palma. En 1846, atraído por el auge comercial de su puerto, se instaló en Santa Cruz, donde abrió un taller, y fue nombrado profesor de dibujo y modelado en la recién creada Academia Provincial de Bellas Artes.

En el siglo XIX el pintor canario descubre la naturaleza. Al principio sus visiones eran idealizadas y románticas, por ejemplo, en los paisajes de Cirilo Truilhé (1813-1904); pero después, la visión naturalista es implantada por una generación de pintores canarios que estudiaron en Madrid con el maestro Carlos Haes entre los cuales el más dotado fue, sin lugar a dudas, Valentín Sanz y Carta (1849-1898). Nadie antes que él supo representar los paisajes de las cumbres de las islas, atravesados por profundos barrancos y cubiertos por la frondosa vegetación de la laurisilva y el pino canariensis. Gracias a la recomendación de su amigo el político grancanario Fernando de León y Castillo, que era un admirador de su pintura, se enroló como dibujante en una expedición científica que zarpaba rumbo a las Antillas. Al llegar al puerto de La Habana, nuestro pintor se quedó prendado de la ciudad, donde muy pronto se granjeó fama de hábil retratista y paisajista consumado. Sorprendido por el éxito alcanzado entre la sociedad criolla, decidió presentarse a una oposición para cubrir la cátedra de Paisaje en la Academia de Bellas Artes de San Alejandro, de La Habana. No tuvo dificultad en ganarla, y se quedó en dicha capital, donde pintó evocadoras imágenes del interior y de las costas. A los 49 años, hallándose en la plenitud de sus facultades creativas, falleció en La Habana, a causa de unas fiebres contraídas en una visita que realizó con su esposa a la región de los lagos (State Islands), en Estados Unidos.

Si Luis de la Cruz emigró a Madrid y Valentín Sanz a La Habana, el palmero Manuel González Méndez (1843-1909) lo hizo a París. Allí adquirió una sólida formación académica, estudiando con el afamado maestro Gérome. Despuntó, sobre todo, en el arte del retrato.

[5. Fragmento de la obra Molino de viento, Valentín Sanz Carta.]

Umbral del siglo XX

En el umbral del siglo XX hay que citar la figura del pintor y decorador grancanario Néstor Martín Fernández de la Torre (1887-1938); quien nos ha dejado dos grandes series pictóricas que reflejan su adscripción a la estética del simbolismo modernista: el Poema del Mar y el Poema de la Tierra, quedando ésta última inconclusa. Estas series sólo son una parte del ambicioso Poema de los Elementos, que, como homenaje a la naturaleza canaria había proyectado realizar, y que su temprana muerte truncó. Antes de él ningún artista canario se había atrevido a realizar tan vastas decoraciones murales. Sirva de ejemplo las que ejecutó para el Teatro Pérez Galdós de Las Palmas o para el Casino de Santa Cruz de Tenerife. El muralismo fue también cultivado por José Aguiar (1895-1976), nacido en Cuba, aunque de origen gomero -sus padres eran de Agulo-. A comienzos de la década de los 30, mientras Néstor realizaba su decoración del Casino de Santa Cruz, Aguiar ejecutaba en el mismo edificio otro gran mural, el Friso Isleño. Se formó en Italia, en contacto con los artistas del grupo Novecento, próximos a la ideología del Fascio. A su vuelta, y una vez terminada la Guerra Civil, se propuso reflejar en imágenes la ideología de los vencedores. Con el paso del tiempo, su temperamento apasionado le llevó a practicar una pintura barroca y expresionista, de colores intensos y composiciones abigarradas, como se puede contemplar en los grandes murales que realizó para el Cabildo de Santa Cruz de Tenerife (1951-60) y para la Basílica de Candelaria, que hubo de concluir su hijo.

[6. Segunda Tapada. El Fandango de Candil. Acuarela. 29 x 23 cms. 1927, Museo de Néstor.]

En el primer tercio del siglo XX, hay que citar también la producción paisajística de dos pintores en cuyas obras se refleja la influencia de la escuela impresionista: el tinerfeño Botas Ghirlanda (1882-1917), que pasó una temporada en Nápoles, pintando su bahía, y el grancanario Nicolás Massieu y Matos (1874-1954), de quien cabe mencionar sus visiones de las cumbres de Gran Canaria. Dentro del impresionismo se encuadra la producción de los acuarelistas canarios, cuya estética deriva de las acuarelas que realizaron los viajeros ingleses que visitaron las islas en el siglo XIX, como Alfred Diston. El más dotado de todos los acuarelistas canarios fue Francisco Bonnín (1874-1963). Sus visiones tópicas y amables del campo de las islas responden a los planteamientos estéticos e ideológicos del regionalismo, que contó con otros cultivadores representativos, como José Aguiar, al que ya nos hemos referido, y el costumbrista Pedro de Guezala (1896-1960), que se especializó en la fijación de una iconografía tópica del campesinado canario, haciéndose populares sus cuadros de magos y magas.

[7. Óleo de Botas Ghirlanda.]

En cuanto a la arquitectura, hay que decir que, desde mediados del siglo XIX hasta principios del siglo XX, predominan los neoestilos y el eclecticismo. Luego, a principios del siglo XX, se impone el estilo decorativo del modernismo, que se expande en amplias zonas de la calle Triana, en Las Palmas, así como en el Barrio de los Hoteles, en Santa Cruz de Tenerife. Los principales arquitectos modernistas canarios fueron Estanga, Pintor, Pisaca, etc.

Como reacción al decorativismo modernista surge el racionalismo arquitectónico, defendido por la revista de vanguardia Gaceta de Arte, cuyo director Eduardo Westerdahl fue un encendido defensor de la nueva arquitectura funcional. Los principales arquitectos que proyectaron en este estilo fueron en Gran Canaria, Miguel Martín Fernández de la Torre, hermano del pintor Néstor, y en Tenerife, Marrero Regalado. Ambos se pasaron a una estética regionalista, llamada neocanario, que se desarrolló en los años cuarenta y cincuenta.

En las artes plásticas, los años treinta vieron el auge del arte de vanguardia: por una parte, el surrealismo de Óscar Domínguez y Juan Ismael, por otra parte, el indigenismo, que fue promovido por la Escuela Luján Pérez en Las Palmas. Pintores como Felo Monzón y Jorge Oramas o escultores como Plácido Fleitas y Eduardo Gregorio, se propusieron reflejar en imágenes los rasgos de identidad del paisaje y del hombre de las islas. Mientras que en París, el tinerfeño Óscar Domínguez, el más internacional de los artistas que han dado las islas, pintaba evocaciones oníricas del paisaje insular.

[8. Autorretrato, lápiz rojo sobre papel, 24 x 18 cms., José Jorge Oramas.]

La Guerra Civil cercenó este renacimiento cultural. Hubo que empezar de nuevo. En los años cincuenta se formó en la ciudad de Las Palmas, el grupo «LADAC», en el que inició su andadura artística Manolo Millares, quien luego jugaría un papel trascendental en el desarrollo del arte abstracto español, como fundador del grupo «El Paso», (1967), del que también formó parte el escultor grancanario Martín Chirino. El arte dramático de Millares se valió de la ruda y raída arpillera para dar cuenta de la situación de angustia que se vivía en España en los años de la dictadura franquista; pero también este humilde material expresaba simbólicamente el amor que este artista sentía por la cultura aborigen canaria: sus homúnculos evocan los cueros retorcidos y acartonados que amortajaban las momias guanches conservadas tras las vitrinas del Museo Canario de Las Palmas. La obra escultórica de Chirino está exenta de connotaciones dramáticas. El planteamiento formal de sus piezas se sustenta en el efecto de expansión/concentración potenciado por el desarrollo de líneas de fuerza estructurales. Sus esculturas, realizadas en hierro, bronce y acero cortén, son representaciones simbólicas de la vida originaria, como lo proclama la perfección orgánica y eurrítmica de sus espirales. La alusión a los petroglifos de la cultura aborigen les confiere a estas espirales el valor de emblemas de la entidad canaria.

Mientras Millares y Chirino participaban en Madrid en la aventura de «El Paso», otro artista canario, César Manrique (1920-1992), establecido como aquéllos en la capital de España realizaba una pintura abstracta cuya textura matérica constituía una alusión simbólica, metonímica, al territorio volcánico de su isla natal, Lanzarote. Tras unos años de fructífera estancia en Nueva York (1964-68), tomó la decisión de volver a Canarias, cumpliendo en la isla de Lanzarote su vocación de artista total: pintor, escultor (véanse sus imaginativos móviles), arquitecto paisajista, diseñador, etc.

Desde la Conquista ¾ cuando todas las piezas artísticas eran importadas¾ hasta hoy, el hombre canario ha ido proponiendo distintos modelos de interpretación del mundo y ha encontrado en el arte una forma de afirmación de su identidad.

[9. El viento, escultura de Martín Chirino.]