Situación actual en

miércoles, 18 de mayo de 2011

La transición entre muros de la cárcel de Zamora

Curas rojos, sacerdotes vascos del proceso de Burgos, presos comunes encuadrados en la Copel, jóvenes delincuentes como el Vaquilla, miembros del PCE, de los GRAPO, hasta llegar a lo más cualificado de la ultraderecha española. Todo un curioso muestrario humano de la transición política y social de España cruzó el umbral de la prisión de Zamora. La prisión ha saltado nuevamente a la actualidad por albergar a 13 presos de la ultraderecha, entre ellos varios encausados en la matanza de Atocha y el condenado por el asesinato de la joven Yolanda González, Emilio Hellín, a quien recientemente el juez de vigilancia penitenciaria de Valladolid ha concedido un polémico permiso.

ENVIADA ESPECIALSólo desde la terraza de la enfermería, la visión del Duero, imposible desde las celdas, puede mitigar la sensación de encierro. Francisco García-Salve recuerda, sin embargo, haber visto desde su celda, desde los baños, desde algún sitio, al menos la línea de árboles que bordea el río, cuando la niebla, frecuente y espesísima en los inviernos de Zamora, no aísla la prisión de su entorno, hasta cegar incluso los reflectores de seguridad.

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Han pasado más de diez años desde que el 24 de noviembre de 1975 el que fuera jesuita y militante del PCE -"no tenía todavía el carné, pero ya estaba en el partido"- abandonó la cárcel de Zamora tras cumplir una condena por asociación ilícita que quedó interrumpida por el indulto concedido a la muerte del general Franco, con los estudios de derecho prácticamente concluidos y la firme decisión de colgar los hábitos. "De la prisión recuerdo el frío. Había un corredor abierto que daba al patio, que era algo terrible en los inviernos". El corredor, en el ala llamada provincial, donde se albergó, desde 1968 en que llegaron los primeros, a los sacerdotes que debían cumplir una condena penal, está ya acristalado, aunque el frío entra por todas partes, y llega incluso hasta la amplia sala donde los presos comunes que hoy cumplen aquí condena o esperan juicio, ven la televisión.

"Lo peor fueron los 227 días seguidos que me pasé en celdas de castigo, donde no te permitían tener ninguna manta". -recuerda García Salve- "Yo me envolvía los pies en papel higiénico, y gracias que algún funcionario caritativo te ponía una toalla en el suelo".

Hoy los 13 presos ultraderechistas encerrados en el primitivo ala celular de la prisión, a esta hora vacia, limpia y en perfecto orden, cuentan con las ventajas que ha impuesto el signo de los tiempos. "Ya son posibles tres comunicaciones semanales, vis-a-vis, con la esposa, o la compañera, o la amiga, siempre que sea la misma todas las veces -señala Gerardo Prieto, director de la cárcel de Zamora desde el 6 de julio de 1983-, y por supuesto se les permite leer todo lo publicado legalmente". "Pero, aun así -comenta otro de los funcionarios más veteranos de Zamora-, yo le digo que estos ultras están muy abandonados. No han recibido más visitas que las de sus familiares, y se les ve que no tienen mucho dinero. Cuando estaban los curas, por aquí pasaron cantidad de obispos: Setién, Cirarda, muchísimos. Luego, con los grapos, qué le voy a decir. Además que se les veía manejar dinero, vaya que el partido suyo les cuidaba".

Quizá de todas las etapas conflictivas que ha vivido esta cárcel, la más tormentosa, al menos para los periodistas locales, fue el año en que los grapos permanecieron encerrados en ella. "Eran terribles las broncas que organizaban sus familias. Recuerdo que todos teníamos cierta psicosis de pánico en Zamora", comenta un informador local. Pero en la calle la gente se encoge de hombros cuando se le pregunta por la cárcel. "¿Que hay cuántos ultras? Ah, pues ni idea. Yo, la verdad es que estoy más preocupada por el paro. La cárcel me da igual", comenta la dueña de una tienda de lanas. Nadie parece saber nada de los internos actuales, aunque la mayoría recuerda vagamente a los curas o a los grapos. "Sí, algo recuerdo de una fuga muy grande -comenta el dueño de una antigua pañería de la plaza Mayor- porque había muchos controles en las carreteras". Y es que la prisión de Zamora ha sufrido también un intenso historial de fugas o intentos fallidos de evasión.

Bajo el módulo del provincial está el lugar, convenientemente tapado ya, en que los curas vascos excavaron en 1976 el primer túnel en un intento de huída que quedó tan sólo en eso, al ser descubierto a tiempo por los funcionarios. Sin embargo, el suelo de arenilla sobre el que se asienta la prisión, la proximidad de la frontera portuguesa -poco más de 60 kilómetros- y la densa niebla que circunda el recinto en invierno propiciaron una sonada fuga en diciembre de 1979. La fuga de los cinco cerebros de los GRAPO encerrados desde diciembre del año anterior en Zamora. Enrique Cerdán Calixto, Abelardo Collazo Araujo, Fernando Hierro Chomón, Francisco Brotons Beneyto y Juan Martín Luna consiguieron la libertad gracias a un nuevo túnel que en aquella ocasión sí llegó al exterior.

"Qué quiere que le diga de aquellos días en que dirigí la cárcel de Zamora". Pedro Romero, hoy inspector de Servicios de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias, instalado en Madrid, prefiere no decir nada, casi nada, de aquel mes y medio escaso de 1979 en el que "pasamos de tener 42 a 83 grapos, además de los comunes que habían llegado de la prisión de Segovia. Para los grapos teníamos sólo 29 celdas, y claro, hubo que juntarles con los comunes. En el poco tiempo que estuve en Zamora tuve tres huelgas de hambre salvajes y luego la fuga". "Todavía está sin resolver el recurso que interpuse contra mi sancion, asi es que prefiero no decir nada".


Guerra psicológica
Jesús Domingo Guerra, hoy profesor de EGB en Toro, y en los años setenta funcionario de la cárcel de Zamora, tampoco quiere darle muchas vueltas a su memoria para rescatar aquel episodio. "Recuerdo aquella etapa como muy tensa, muy desagradable. Los internos, todos ellos muy politizados, mantenían una auténtica guerra psicológica contra nosotros los funcionarios". Domingo Guerra se acuerda muy vagamente del incendio de la capilla que provocaron los curas presos y de cómo los funcionarios se sentían en medio de una guerra implacable.Hoy, 118 presos, la mayoría por delitos comunes, viven en Zamora una vida casi mineral. En la parte nueva, con calefacción central y televisor en color, los chicos se benefician de la programación matinal, que cuenta con mayor afición que la práctica del deporte, el trabajo de los talleres o aquel ajedrez y frontón al que eran tan aficionados los curas. "Estudiar, la verdad es que los ultras estudian todos menos dos. Los de antes también lo hacían" -recuerda otro funcionario- "Bueno, los vascos, cosas relacionadas con la historia de Euskadi y su idioma, pero carrera universitaria sólo recuerdo que la estudiara García-Salve".

Pese al frío, dos o tres presos instalados en la enfermería pasan la mañana en la terraza con vistas al Duero. Un sexagenario que cumple condena por homicidio saluda afectuoso al director del centro y a sus acompañantes. "No se crea usted lo que le digan otros -dice a los periodistas-; aquí estamos estupendamente, bueno, dentro de lo que cabe. Claro, yo, además, tengo permiso de fin de semana, pero es que a las personas buenas", -sentencia- "se les trata bien en todas partes".

IFNI LA Guerra que perdió Franco

Apareció el marroquí con un borrico, seguido por otras dos personas. Cuando los militares españoles les dieron el alto, empezaron a disparar. Disparaban los tres marroquíes, pero también disparaban otros desde las casas próximas y muchos más que debían llevar horas emboscados en los palmerales de las riberas. El cauce seco, que hasta ese momento había estado sumido en una oscuridad apacible, se iluminó como el infierno. Los españoles respondieron con sus armas, a discreción. Uno de ellos, que hacía guardia en los polvorines, cayó muerto. Quince minutos más tarde, los disparos cesaron tan súbitamente como habían empezado. Entonces cuatro soldados se aventuraron por la ribera derecha, con la intención de sorprender a los rebeldes por la espalda. Avanzaban entre tinieblas. Un subfusil crepitó y la ráfaga abatió a los tres primeros. Aun herido, uno de ellos pudo lanzar una granada contra el lugar desde el que les habían disparado. El que había quedado ileso aprovechó la explosión y se lanzó sobre el rebelde emboscado. La lucha era cuerpo a cuerpo. Todo terminó cuando el soldado herido que había lanzado la granada logró recuperar su fusil y, de un tiro en la cara, acabó con el marroquí.

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Ifni y Sáhara se convirtieron en refugio de militares con ínfulas

Franco ordenó precaución para no enfadar a Marruecos

El verano de 1957, la tensión era máxima. Muchos militares nativos se pasaban al enemigo

La misera de la tropa era tal que hubo que permitir que los soldados desfilaran en alpargatas

Sitiados en la loma, los españoles aguantaron seis días bebiendo su orín y chupando plantas
Así comenzó la última guerra librada por España en Marruecos. Sucedió en las afueras de Sidi Ifni a las seis menos cuarto de la madrugada del 23 de noviembre de 1957. Por orden de Franco, la opinión pública nunca fue informada de las dimensiones del conflicto, que se extendió al Sáhara y provocó 198 muertos, 574 heridos y 80 desaparecidos entre los soldados españoles que protegían las colonias y un número indeterminado de bajas entre los partisanos marroquíes del Ejército de Liberación que trataban de desalojarlos.

Ifni era entonces un destino codiciado por los militares profesionales. La independencia de Marruecos, proclamada poco más de un año antes, había dejado huérfanos a miles de africanistas. Como el propio dictador, ellos habían hallado en el país vecino una vía rápida para ascender, sueldos que duplicaban a los de sus compañeros de la Península y un prestigio social impensable en la metrópoli, donde sólo podían aspirar al pluriempleo. Finiquitado el Protectorado del Norte y expulsados del Rif y del Yebala, sólo les quedaban Ifni y el Sáhara para continuar disfrutando de una sociedad a su medida. Las dos colonias olvidadas se habían convertido en su último refugio.

EL SÁHARA OCCIDENTAL (entonces Sáhara Español) era un desierto habitado por menos de cien mil nómadas en donde la arena y el siroco amargaban la existencia a los españoles. Pero Ifni era un lugar de extraña belleza, con altos montes de tierra roja cubiertos de cactus de un verde brillante y regado por numerosos arroyos. El territorio, de 1.700 kilómetros cuadrados (tres veces el municipio de Madrid), se hallaba incrustado al sur de Agadir. El Atlántico batía sus 60 kilómetros de costa y suavizaba la temperatura. Cuando estalló el conflicto, estaba habitado por 50.000 personas. De ellas, sólo el 18% eran europeas: militares, funcionarios, comerciantes y sus familias. Las demás eran bereberes pertenecientes a la tribu Ait Baamarán, que 20 años antes había contribuido con 11.000 hombres a la Cruzada de Franco.

Los españoles no llevaban mucho tiempo en Ifni. Aunque, en teoría, su presencia se remontaba a cinco siglos, sólo se había materializado 13 años antes del estallido del conflicto. En 1934 el Gobierno de la República había encomendado ocupar el territorio al coronel Osvaldo Capaz. Él eligió el lugar en donde fue levantada la ciudad de Sidi Ifni, que pronto se convirtió en la capital del África Occidental Española. Estaba situada sobre una meseta, al borde del océano y en torno al aeropuerto. La calle principal, en la que se hallaban las oficinas de Correos, el cine y los principales comercios, marcaba la división entre sus habitantes: de un lado, las casas de los europeos; del otro, el “barrio moro”, donde los primeros no solían aventurarse. El interior del territorio estaba salpicado de fuertes y puestos militares en torno a los cuales los nativos habían instalado jaimas o levantado casas de adobe. El cable telefónico era la única comunicación entre esos puestos y la capital.

CUANDO A FRANCO le comunicaron que los guerrilleros del Ejército de Liberación habían lanzado un ataque general contra Ifni, ordenó al almirante Carrero Blanco, entonces ministro de la Presidencia, evitar a toda costa un baño de sangre que provocara la guerra con Marruecos. Esa idea ya venía siendo repetida por Carrero en sus misivas a los sucesivos gobernadores del África Occidental: “El Ejército de Liberación es un instrumento de la URSS, con el que persigue crear dificultades a los occidentales en África”, le escribió el 21 de marzo de 1957 al entonces gobernador, el general Ramón Pardo de Santayana. “Nos interesa conservar nuestro territorio sin crear dificultades a nuestras relaciones con Rabat y nos conviene acabar con el Ejército de Liberación sin llegar a una situación de guerra, con una activa política de desprestigio”, informando a “nuestros indígenas” de que sus integrantes “son unos malos musulmanes que sirven a Rusia, enemiga de Dios, y que son traidores al sultán”.

La realidad tenía poco que ver con lo que escribía el almirante. El Ejército de Liberación estaba formado por miembros del partido nacionalista Istiqlal, era respaldado por el sultán Mohamed V y estaba dirigido desde la sombra por el príncipe Muley Hassan, que cuatro años más tarde subiría a trono con el nombre de Hassan II. Su jefe directo era un antiguo mercenario de la Legión Extranjera francesa llamado Ben Hamú. Los rebeldes habían instalado su cuartel general en la localidad marroquí de Gulimín, fronteriza con Ifni y a 50 kilómetros de Sidi Ifni. Eran entre 4.000 y 5.000 hombres y mantenían sitiado el territorio. Los soldados españoles encargados de defenderlo no llegaban a la mitad: eran menos de 2.000.

Los primeros heraldos de la guerra habían aparecido en enero. El día 29 de ese mes, los rebeldes arrancaron 50 metros de cable telefónico y dejaron incomunicado el puesto fronterizo de Tiliuín, al sur. A primeros de marzo, una bomba mató a un niño e hirió gravemente a su madre en Zoco el Arbag. El 6 de mayo mataron a tiros a un alférez indígena de la policía; el día 7, a un sargento, y el día 9, a un agente. El 12 de junio, en la calle principal de Sidi Ifni, asesinaron de un tiro en la espalda a un capitán de Tiradores de origen marroquí. El día 18 cortaron las comunicaciones telefónicas entre la capital y el puesto de Telata de Isbuía. El 10 de julio fue hallado el cadáver de un policía indígena. El 18 de ese mismo mes ardieron misteriosamente 80.000 litros de gasoil almacenados en la playa de Sidi Ifni. El 10 de agosto, una patrulla española fue tiroteada cuando intentaba reparar la línea telefónica cerca de Tiguisit. Y el 16 de agosto se produjo el primer enfrentamiento armado entre los soldados y los rebeldes marroquíes: una columna que volvía a Sidi Ifni repelió una emboscada cerca de la capital. Cuatro rebeldes murieron y un español resultó herido.

La tensión era máxima en Sidi Ifni. Las tiendas habían echado el cierre, españoles y nativos se habían encerrado en sus casas. Los soldados, armados con un mosquetón y cuatro granadas, patrullaban las calles en grupos de tres. Muchos militares nativos se pasaron a los rebeldes y los mandos decidieron apartar del servicio a buena parte de los demás. Entonces comenzaron a producirse deserciones entre los españoles. Un informe del 15 de septiembre relata que, sólo en la II Bandera Paracaidista, se habían fugado seis soldados y que la mayoría se habían pasado al enemigo.

SI LOS ESPAÑOLES eran pocos, su penuria de medios era escandalosa. Los transportes de la Bandera Paracaidista se reducían a dos jeep, dos camiones Ford y una ambulancia. Los soldados utilizaban viejos mosquetones Mauser. Para los escasos ejercicios de tiro recibían sólo diez balas y cuando acababan de disparar debían entregar los casquillos o devolver los proyectiles sobrantes. Los aviones eran ancianos Junker y Heinkel más peligrosos para sus pasajeros y tripulantes que para el enemigo: en mayo se estrelló uno cuando trataba de despegar (14 muertos) y en agosto se estrelló otro cuando intentaba aterrizar (seis muertos). En vísperas de la guerra, cada soldado disponía de sólo 288 balas. El arsenal parecía extraído de la guerra de Gila, pero los muertos eran de verdad.

La miseria en que se hallaba la tropa ha quedado reflejada en un informe redactado por el jefe de la II Bandera Paracaidista en septiembre de 1957, sólo un mes antes del estallido de la guerra: “El traje de faena comienza a deteriorarse, especialmente en aquellos que sólo tienen un traje de faena, por no haber podido entregar el segundo reglamentario por falta de existencias. En lo que se refiere al calzado (…), se encuentra francamente deteriorado en general. (…) Estas necesidades se han tendido que solucionar permitiendo que los legionarios compraran en el comercio de Ifni calzado no reglamentario y dando orden para que toda clase de servicios e instrucción (…) se realizaran en alpargatas.”

Pocos días antes, el 23 de junio, se había producido un relevo en la cúpula del gobierno del África Occidental. El nuevo gobernador, el general Mariano Gómez de Zamalloa, recibió el primer baño de realidad cuando el Junker que le trasladaba desde Canarias estaba a punto de aterrizar en Sidi Ifni. El teniente coronel encargado de recibirle le comunicó por radio que, dado que todos los soldados estaban movilizados, no disponía de tropa para formarle la guardia de honor en el aeropuerto.

Si el ataque de la madrugada del 23 de noviembre contra Sidi Ifni fue un fracaso, no ocurrió lo mismo con la ofensiva de los rebeldes contra los puestos del interior. Las noticias que llegaban a la capital desde aquellos fuertes aislados eran alarmantes. Hameidusch había caído y su jefe, un sargento, había sido fusilado delante de sus hombres. Bifurna había sido tomado y nada se sabía de sus cinco defensores. En Tabelcut, un teniente, un cabo, un guardia civil y cinco soldados eran dados por desaparecidos. En Tiugsa, que soportaba un duro asedio, los rebeldes habían asesinado a un tendero español y le habían vaciado los ojos. En Tamucha, el teniente que se hallaba al mando había muerto de un tiro en la cabeza. En Tenín había caído un soldado. Telata de Isbuía, al sur del territorio, se hallaba bajo fuego de mortero y varios de sus defensores estaban gravemente heridos. Ésas eran las noticias cuando los guerrilleros comenzaron a cortar los cables del tendido telefónico y, uno tras otro, los puestos fueron quedándose mudos.

TELATA DE ISBUÍA era un cruce de caminos. El fuerte, situado en una hondonada, se hallaba rodeado de montañas muy quebradas. Tal vez porque los asaltantes sabían que contaba con una guarnición importante (130 hombres, de los que casi el 40% eran indígenas) y porque sabían que en el recinto había mujeres y niños, su ataque fue feroz. Los heridos necesitaban atención médica inmediata. El general Gómez de Zamalloa ordenó que una compañía de la Brigada Paracaidista acudiera a su rescate. Aquella decisión desencadenó el episodio más dramático de la guerra.

El convoy, al mando del teniente Antonio Ortiz de Zárate, estaba formado por tres viejos camiones y una ambulancia. Además de los cuatro conductores, en los vehículos viajaban 60 soldados, un capitán médico y un brigada practicante. Cada soldado llevaba rancho para un día (una lata de sardinas, un chusco de pan y una cantimplora de agua) e iba armado con un mosquetón y seis cartucheras con 20 balas cada una. Además, el grupo contaba con una ametralladora, un viejo mortero y una radio. Eran las 17.35 del día 23. En el patio del cuartel de Sidi Ifni y ya con un pie en el estribo del camión, el teniente se despidió de sus compañeros: “¡Entraré en Telata o en el cielo!”, proclamó. Resultó lo segundo, y en el tránsito le acompañaría buena parte de sus hombres.

Desde Sidi Ifni hasta Telata de Isbuía hay 35 kilómetros. El camino entre ambos lugares es hoy un agradable paseo de 20 minutos en coche. Pero para los 66 militares de la expedición de Ortiz de Zárate duró diez días y fue un infierno.

La carretera era un camino de cabras. Nada más partir, comprobaron que los radioteléfonos con los que debían comunicarse entre los vehículos no funcionaban. Avanzaban en fila india, casi al ralentí. En dos horas sólo lograron recorrer 20 kilómetros. A las 19.30 el teniente, que temía una emboscada nocturna, ordenó acampar y situar los vehículos en círculo, con las cabinas apuntando hacia fuera.

A las 7.30 del día siguiente reemprendieron la lenta marcha. Dos horas más tarde se toparon con las primeras barreras colocadas por los rebeldes. Los soldados saltaron de los camiones. Mientras unos retiraban las piedras de la carretera, otros se desplegaban a los lados del camino para protegerlos. Siguieron adelante. A las diez, se averió el primer camión. Lograron volver a arrancarlo, pero los obstáculos colocados en el camino eran cada vez más numerosos y los soldados tuvieron que descender, formar dos columnas y caminar flanqueando los vehículos. A las 10.45 empezaron a dispararles desde tres puntos diferentes. El teniente, que se había parapetado tras la rueda de un camión, ordenó un contraataque. Lograron acabar con cuatro guerrilleros, pero varios soldados cayeron heridos. A uno de los rebeldes lo mató un cabo primero a machetazos.

Continuaron avanzando. Cuatrocientos metros más adelante, ya a la vista de Telata de Isbuía, encontraron la pista completamente cortada por una montaña de piedras y empezaron a lloverles balas. Uno de los soldados cayó con el pecho atravesado. Los rebeldes disparaban desde una loma y el teniente envió un grupo a tomarla. Desde lo alto del monte, Ortiz de Zárate comprendió que era inútil intentar avanzar hacia el fuerte y ordenó hacer un campamento. Envió a un grupo de hombres a recoger las mantas y un poco de comida que habían dejado en los camiones. Al pasar junto al cadáver de su compañero, vieron que lo habían acuchillado en la cara y en el pecho y le habían quitado hasta las botas. Cuando volvían a subir por la ladera, un rebelde surgió tras una roca, soltó una ráfaga y mató a dos de ellos.

AISLADOS EN LO ALTO de la loma, los españoles montaron la enorme radio Marconi para pedir ayuda a Sidi Ifni, pero el aparato no funcionaba. Desesperado, el teniente levantó el trasto sobre su cabeza y lo despeñó por la ladera. El mortero también estaba averiado.

Durante todo ese día y el siguiente fueron hostigados por disparos. Los soldados permanecían tumbados, para ofrecer el menor blanco posible. A las seis de la mañana del día 26, los rebeldes intentaron asaltar la posición. El teniente fue alcanzado por una ráfaga en el pecho y cayó muerto, y un soldado se derrumbó con una bala en la cabeza. A media tarde, un avión lanzó varios paquetes de comida y un paracaídas con una garrafa de agua. Pero los soldados sólo lograron recuperar dos de los paquetes; los demás cayeron en manos de los guerrilleros.

Sitiados en lo alto de la loma, los españoles soportaron durante seis días los ataques de los rebeldes y aplacaron la sed chupando las plantas y bebiéndose sus orines. Por fin, el 2 de diciembre oyeron el cornetín que anunciaba la llegada de refuerzos. Los rebeldes se evaporaron y rescatadores y rescatados se dirigieron con los cadáveres medio podridos al fuerte de Telata, donde fueron recibidos como héroes.

La liberación de Telata de Isbuía y de los otros puestos sitiados costó decenas de vidas. La mayoría de los muertos eran jóvenes soldados de reemplazo. Su sacrificio sirvió de poco. En el palacio del Pardo, Franco había llegado a la conclusión de que aquellos fortines eran indefendibles. Prohibió cualquier intento de reconquistarlos y ordenó que fuesen dinamitados. Las tropas se retiraron a Sidi Ifni y dejaron el resto del territorio en manos de Marruecos. También entregaron a Mohamed V el llamado Protectorado del Sur, una franja de desierto casi tan extensa como Cataluña, situada al norte del Sáhara Occidental. Sólo habían transcurrido tres meses desde el primer ataque contra Sidi Ifni.

Secuestro del diario "Madrid", Calvo Serer: "No al general De Gaulle" (1968)

CASA DE LOS CORONELES

La Casa de los Coroneles se encuentra situada en La Oliva, destacando sobremanera por sus magnitudes arquitectónicas y por el significado histórico en el ámbito socio-económico de la Isla de Fuerteventura. Está ubicada en medio de un vasto llano que limitan el lomo del Pájaro, la Montaña del frontón, la Montaña de Escanfraga , y el Volcán de la Arena, origen del malpais de mismo nombre. En concreto al sur del núcleo urbano de La Oliva, con la Montaña del Frontón al fondo; el entorno de las edificaciones es completamente llano, surcado tan sólo por los caños que conducen el agua a las diferentes zonas de cultivo, las paredes de piedra de los cercados, y las serventias y viales.

EL EDIFICIO

Dentro del Conjunto se pueden definir cinco tipos de espacios diferentes:
1.- La plaza de armas frente a la Casa limitada al norte por el aljibe, un terreno rectangular de 75 x 55 metros.
2.- El conjunto de edificaciones tradicionales, formado por dos espacios que encierran los dos subgrupos edificatorios, con marcado carácter estancial.
3.- Las caballerizas. Cerco rectangular de 87 x 40 metros, de paredes de piedra seca con dos accesos principales.
4.- La explanada de actos que situamos en la parte norte del aljibe, que ha servido de fuelle de protección del conjunto.
5.- El rededor agrícola.

El edificio de trata de un volumen cuadrangular de, aproximadamente 42 metros de lado, y dos plantas de altura, horadado por tres patios de los cuales, uno es la rótula mediante la que se articula todo el resto de dependencias, y los otros son superficies de servicio y/o de apoyo a las labores agrícolas.
Dentro del volumen destacan las dos almenas laterales que conforman la composición de la fachada principal destacando como dos cuerpos almenados, sobre el resto de las cubiertas de cuatro aguas.

RESEÑA HISTORICA

La Conquista de Fuerteventura finalizó en 1403, y Betancuria, lugar recóndito, escondido en un valle que previene de los ataques piráticos y razzias de los vecinos del continente africano, fue el lugar escogido para capital, y desde ella se Gobierna La Isla. Fundada la capital, Pájara, al sur de Betancuria, y La Oliva, al Norte, formaran la primigenia espina dorsal de Fuerteventura.

La creación de las milicias de Fuerteventura en 1708, conlleva el nombramiento de la figura del Coronel, que pasará de residir en Betancuria a La Oliva. La Corona, los reyes castellanos, comienzan a aunar esfuerzos que equilibre el poder de los Señores. La familia Arias de Saavedra, que hereda de generación en generación, el Señorío de Fuerteventura, no reside en La Isla; se han establecido en Tenerife y cada vez son menos frecuentes las visitas. En este marco, el poder militar, que también está en manos del Señor de la Isla, pasa, poco a poco, a los Coroneles. El primer Coronel de las Milicias fue D. Pedro Sánchez de Dumpierrez.

A partir del siglo XVIII, los Coroneles no sólo ostentarán el poder militar, sino que pasará a sus manos el poder civil, nombrando o destituyendo los cargos del Cabildo, convirtiéndose en los verdaderos terratenientes. El nombramiento de Coronel se convierte en vitalicio y hereditario.

A lo largo del siglo XIX, las nuevas coyunturas económicas, políticas y sociales, marcan el lento deterioro del poder militar en Fuerteventura, Poblaciones de nueva planta como Puerto Cabras y Antigua van adquiriendo importancia como núcleos poblacionales. Los Coroneles perderán el poder político-militar, no así el económico, que mantendrán aún después de la desaparición del cargo.

La Marcha Verde en el "Sáhara Ocidental"

LA MARCHA VERDE Y LOS ACUERDOS TRIPARTITOS

Los intereses políticos y económicos de España tuvieron más importancia que los del pueblo saharaui a la hora de decidir su futuro.

Tras poner diferentes obstáculos a la celebración del referéndum de autodeterminación propuesto por la ONU, Hassan II decidió organizar una marcha de 350.000 hombres y mujeres marroquíes con la intención de tomar posesión del Sáhara Occidental. A esta Marcha Verde se añadieron 25.000 soldados marroquíes.

España inicialmente manifestó su voluntad de proteger el territorio y celebrar el referéndum según el mandato de la ONU, y así lo manifestó el entonces príncipe Juan Carlos de Borbón, actual rey de España, en la visita que realizó a El Aaiún el 7 de octubre de 1975.

Pero una semana después, el 14 de noviembre de 1975, se firmaron en Madrid los Acuerdos Tripartitos por los cuales los españoles entregaban el Sáhara Occidental a Marruecos y Mauritania. A cambio de compensaciones económicas y políticas, España abandonó a su suerte al Pueblo Saharaui.




La Marcha Verde en el "Sáhara Ocidental"
Que ha sido de estos niños:
Yo soy el de gafas. Arriba com turbante.
Estube en el Sáhara hasta que empezo la Marcha Verde .Era un legionario del IV Tercio de Alejandro Farnesio . Patrullamos todo el Sahara, protegiendo al pueblo Saharagui .
Era una guerrilla contra Marruecos que se queria apoderar del territorio.
Estabamos defendiendo a un plueblo que casi se sentian españoles, estudiaban en Español y Arabe ,eran bilingues. En aquel tiempo querian seguir perteneciendo a España .
Yo me ocupaba de llevar a un comandante que visitaba todas las tribus y hacia entrevistas a los jefes de las tribus, todos estaban de acuerdo en seguir perteneciendo a España y en el caso de no poder ser asi,querian la autodeterminación.
Todos los soldados españoles estabamos preparados para defender a este pueblo que tanto amor nos dispensaba.Un pueblo que nos impresionaba con su calor, acogimiento y amor con el que trataban a todos.
Nada que ver con los morroquís que conociamos bien ,ya que habia muchos infiltrados en la zona,se distingian bien de los saharaguis.
Me pregunto :Que paso? Por que España les dio la espalda y los abandono .A cuantos eliminaron de este pueblo los marroquis sin que nadie haya hecho nada por impedirlo.
Nadie vé en que condiciones viven y cuantos quedan de todos los que habia en el 1975.
Nos encontrabamos en Smara cuando por el horizonte aparecio la marcha verde.
Yo me tenia que licenciar en esa fecha.Pero nada. Nos dijeron que habia que quedar mientras duráse la Guerra.Que guerra? , a los dos dias nos dijeron que todo habia acabado,nos podiamos ir a casa ,alli ya no habia nada que hacer.
Yo lo sient
o, pero esto a España nunca se lo podré perdonar y jamas lo haré ,en esto fallo la Monarquia Española.
España tiene una deuda con este pueblo que nunca podra pagar.La tristeza me dura todavia ,pienso que no sere feliz hasta que a ese pueblo no le den la independencia y pueda ir de vacaciones a visitarlos.
LLegara ese dia?.Lágrimas de arena_Ebnu


Tiempo de escombros
que se derrama
sobre la miseria infantil.
El pan se fosiliza
en un horno fantasma
y la leche se evapora
en los pechos secos
del espejismo.
El agua emigra
acia el norte
y un niño pregunta
por el mar.
Las lágrimas de arena
surcan el rostro del viento.
Una madre sin esperanza
comienza a llorar
y un padre de impotencia
vuelve los ojos
hacia La Meca
y se pone a rezar.


Etiquetas: Ebnu
PRIMER ACTO.- Gestación.
Parece ser que fue proyectada por un gabinete de estudios estratégicos, cuyo peso financiero había corrido a cargo de Arabia Saudí. Se mantuvo oculta a la opinión española aunque el Departamento de Estado Norteamericano tenía conocimiento de ella.
Esta operación es tomada como una cooperación entre países aliados antes que como una agresión hacia España.
El 21 de agosto de 1.975 Kissinger es informado y da luz verde a la operación.
Con anterioridad, había mandado emisarios a España para incitar a las conversaciones con Marruecos, pero no se informó de lo que se preparaba.



SEGUNDO ACTO.-Anuncio.
El 16 de octubre de 1.975 la Marcha Verde es anunciada por Hasán II; el mismo día de la publicación del dictamen de la Corte Internacional de Justicia.
La salud de Franco empeora gravemente, pero esto es desconocido por los españoles.
El 21 de octubre su salud empeora aún mas y Arias Navarro ordena a Solís que acuda a entrevistarse con Hasán II y acepte un principio de acuerdo, o sea, la retrocesión a Marruecos del Sáhara.
La suerte está echada. La opinión pública desconoce que se estén evacuando los puestos aislados en el Sáhara.
La tensión crece en el Sáhara y primeros rumores de enfrentamientos entre marroquíes y saharauis.
Tropas Nómadas Españolas son disueltas.Don Juan Carlos accede interinamente a la Jefatura de la Nación y el Ministro marroquí Laraki habla de devolución del Sáhara.
Es difícil saber hacia donde se dirige la política exterior española.



TERCER ACTO.-Puesta en marcha.
Dos de noviembre, Don Juan Carlos visita El Aaiún (este acto hace ver al mundo que España no va a vender ni regalar el Sáhara, mas confusión todavía).
Arias Salgado en la ONU dice que no permitirá la entrada de la Marcha Verde (pero al día siguiente se entrevista con Osman, cuñado de Hasán II.
La Marcha Verde llega al borde de la frontera y se establecen los primeros campamentos.
A la vez, unidades militares marroquíes se encuentran en Smara, combates con los saharauis.
El Consejo de Seguridad insta a Marruecos a detener la invasión. Hasán II contesta que la marcha seguirá.
España intenta que el Consejo de Seguridad condene la actitud de Marruecos pero tropieza con el veto de EEUU.



CUARTO ACTO.-Llegada a la frontera.
300.000 personas se encuentran en el paralelo 27º 40´ y la frontera militar. El Ministro español de la Presidencia visita el Cuartel General de las tropas marroquíes. Una Resolución de la ONU invita a Marruecos a retirar los efectivos de la Marcha Verde, pero de nada sirve. Marruecos : “soberanía en el Sáhara o enfrentamiento bélico”. Violentos enfrentamientos entre marroquíes y polisarios.
Comienza la operación “Golondrina”.(evacuación de la población española en el Sáhara)
El 9 de noviembre Hasán II anuncia que los objetivos de la Marcha Verde se han cumplido. Carro, Ministro Español de la Presidencia sigue negociando.
Satisfacción entre los mas allegados al Régimen.



ACTO QUINTO.-Retirada.
Desacuerdo entre Marruecos y Argelia. Cierre de fronteras y repliegue de embajadores.
La Marcha Verde se retira hacia Tarfaya.
El 12 de noviembre comienzan las conversaciones en Madrid entre las delegaciones de España, Marruecos y Mauritania.14 de noviembre de 1.975.-
Declaración de Madrid sobre el Sáhara. Desde todos los escaños de las Cortes se quejan de la falta de información en todo el proceso. Sigue habiendo desinformación en prensa y todos los lugares.

Aquí nació la democracia

España se encuentra inmersa en la celebración del 30 aniversario de las primeras elecciones municipales. Al ritmo de Betty Missiego, los españoles se acercaron, aún temerosos, cada vez menos, a las urnas después de un dilatado período de dictadura para envueltos en el abrigo constitucional dar vida a los primeros ayuntamientos.

Es la historia de la libertad. De equivocarse, incluso, por uno mismo. De sentir, por primera vez, que el pueblo tenía el mando. En Santa Cruz de La Palma es un sentimiento más añejo. Un orgullo que tiene siglos. Fue en 1773 cuando realmente tuvo lugar el primer sufragio universal en España. Fue aquí, en tierras palmeras, después de que los nuevos grupos sociales de la época, amparados en las reformas de Carlos III, se revelaran contra los regidores perpetuos. En verdad, ya lo habían hecho desde hacía años antes, ya que el pleito se inicio allá por 1771 en el marco de una precaria situación económica.

Aquellos, los primeros, donde destacó la figura de Anselmo Pérez de Brito, no aceptaron bajo ningún concepto decisiones caciquiles ni abusos de caudales públicos. La "guerra" estaba abierta y todo acabó con la celebración de las primeras elecciones, nombrándose regidores bienales en lugar de perpetuos, tras una resolución favorable de la Corona de Castilla.

Discurso de O'Daly. En el desarrollo de los acontecimientos fue decisivo el discurso del adinerado comerciante de origen irlandés Dionisio O'Daly, que en su nombramiento como Síndico Personero (cargo de responsabilidad insular), después de superar una batalla con el entonces Cabildo palmero, que lo había intentado inhabilitar para el ejercicio público, acusó abiertamente a los regidores de faltas graves en la gestión de los fondos municipales. El Consejo de Castilla, de 3 de diciembre de 1771, decidió castigar a los regidores perpetuos con multas y separarlos de su responsabilidad pública. Con tal resolución, se abrió el caminó para las elecciones que tuvieron lugar dos años más tarde.

Existe una confusión casi generalizada entre la población de que aquel primer ayuntamiento democrático se constituyó en la cueva de Carías, en la zona norte de la ciudad, una creencia que incluso se puede encontrar en diferentes páginas de internet y que es totalmente errónea. Casi un disparate. En 1771, cuando comenzó el pleito de los regidores perpetuos, ya estaban, y de lejos, las edificaciones municipales actuales.

Cueva de Carías. El error puede estar fundamentado en que ciertamente la cueva de Carías fue, según diferentes historiadores gracias a narraciones orales, el antiguo palacio municipal en donde se celebraron los primeros cabildos y donde se aprobaron las primeras ordenanzas municipales; es decir, fue la primera sede del Concejo de la Isla, cuyas decisiones afectaban a toda el territorio, pero no era democrático ni elegido por sufragio. Se cree que era la sede del cantón prehispánico de Tedote, uno de los doce en que estaba dividida La Palma antes de su incorporación a la Corona de Castilla, y que fue reutilizada por parte de los nuevos pobladores como sede primitiva de aquel concejo de La Palma desde 1495.

De ayuntamiento a hospital. La cueva de Carías, que no está bien conservada, ni mucho menos, para la historia que asume, pese a los intentos por ponerla en valor de técnico de Patrimonio Histórico como Víctor Correa, ha ido evolucionando con el transcurrir de los años. Tras dejar de ser sede del Concejo de La Palma, en caso de que realmente lo hubiera sido, fue utilizada, entre otras funciones, como hospital de elefantiasis, síndrome caracterizado por el aumento enorme de algunas partes del cuerpo, especialmente de las extremidades inferiores y de los órganos genitales externos, aunque también produce hipertrofia de las capas dérmicas y subdérmicas, igual que la lepra.

En la actualidad, aquel primer ayuntamiento, que no democrático, se usa como espacio para el tradicional Auto de los Reyes Magos y para el Idolo de Asís con motivo de las fiestas de San Francisco.

miércoles, 16 de febrero de 2011

http://www.palanteproducciones.com/2010/11/18/la-caseta-con-consola/
y aquí mas:http://www.palanteproducciones.com/category/la-caseta/

sábado, 29 de enero de 2011

El verdugo’. La pena de muerte en la España franquista.


Pepe Isbert da vida a Amadeo, el verdugo. Esa ha sido su profesión: ejecutar, porque como él dice “si hay pena, alguien tiene que aplicarla”. José Luis es enterrador. Tiene cierta grima por su profesión, le gustaría ser mecánico. Entre ambos se encuentra Carmen, la hija de Amadeo y futura esposa de José Luis. El triángulo diseñador por nuestro genial dúo (Azcona, Berlanga), aquí en colaboración con Ennio Flaiano, servirá de base para ofrecernos un disparatado, cómico y delirante alegato contra la pena de muerte a través de esa herencia de cargo tan repudiante.

Cuando en Europa las democracias comenzaban a madurar, el Estado del Bienestar se asentaba, los ciudadanos tomaban conciencia, olvidaban las guerras y disfrutaban de la libertad. Cuando todo eso ocurría en Europa, en España todavía se ejecutaba con pena de muerte mediante garrote vil. Berlanga, Azcona y Flaiano nos muestran una sociedad decadente. Es la España de los 60, una España tétrica. Al tema principal, nuestros cineastas, lo complementan con el sueño americano a lo español. Es decir, a lo rancio. Emparentado con la hija del verdugo, padre de rebote que desemboca en un matrimonio cuasi de conveniencia, y un piso digno a cambio de un trabajo desgraciado: ser verdugo. La comicidad impregnada a la historia no esconde esa grisácea realidad. No cabe duda que el pilar principal es la pena de muerte. Magistral son las escenas finales, el desplome de Nino Manfredi, quien deseoso de no hacerlo, lo hace. Era una España acorralada, sin libertad ni elección.