Situación actual en

jueves, 4 de febrero de 2010

James King

James King , uno de los más extraordinarios tenores heroico-dramáticos de los años 60-80 del pasado siglo, falleció el pasado 20 de Noviembre de 2005James King había nacido en Dodge City, Kansas, el 22 de Mayo de 1925 en el seno de una familia sin orientación musical; no obstante, pronto se sintió atraído por el piano y el violín, hasta que sus cualidades vocales le llevaron hasta el coro escolar. Hasta 1955, su carrera no salió de los cauces de una (competente) diletancia. Profesor de canto en la Universidad de Kentucky, director del coro de voces masculinas, y cantante aficionado él mismo en el registro de barítono, a los treinta y cinco años se encontró con problemas al preparar las partes más profundas del papel de bajo de El Mesías de Haendel. Preso de la preocupación, acudió a un especialista. Curiosamente, en el lugar en el muchos cantantes encuentran la declaración del crepúsculo de su voz, James King encontró su luz en un insospechado Camino de Damasco. La revelación fue clara, directa, y ajena a la retórica: No hay duda —fue el dictamen profesional— de que usted no es un barítono, sino un tenor. King llegó a la consulta con la oscura impresión de que sería desahuciado para el canto. Se encontró convertido en un verdadero cantante. Estudió su voz, aprendió a reforzar su registro alto hasta dotarlo de la consistencia necesaria, y tuvo el suficiente empeño y confianza en sí mismo (hoy nos puede parecer descabellado que no la tuviese el poseedor de un instrumento tan hermoso) como para perseverar por entre la falta de suerte y oportunidades. Sustituyó a Sándor Kónya en 1961 en Cincinatti en el papel de Bacchus, de la Ariadne auf Naxos (¡nada menos!). De allí, a la ópera de San Francisco (Don José, en Carmen), y el salto a Europa (el Cavaradossi de Tosca). A partir de este momento, la carrera de James King sufre una aceleración prodigiosa: canta en la Deutsche Oper, en Salzburgo, en Bayreuth. Su voz, de amplia seguridad en los tonos centrales y de hermoso metal en la superior, es emitida con natural musicalidad y buen sentido de la medida. Ello hace de él el ideal para los papeles wagnerianos más luminosos y ligeros. Sus condiciones dramáticas son excelentes, aunque con marcada tendencia a colorear sus personajes con una franca honestidad viril —e incapaz, por tanto, de hacer una lectura demoníaca de sus interpretaciones; tanto como de cantar mal. King brilla especialmente en tres papeles wagnerianos: Lohengrin como puede comprobarse en el extraordinario registro editado en Golden Melodram; Walther von Stolzing, de Los Maestros Cantores, y finalmente Parsifal. Tuvo pocas oportunidades, saboteadas por la mala suerte, de dar cuerpo a Sigfrido, y rehusó abiertamente a enfrentarse a Tristán por no parecerle adecuado a sus características. Una voz de heldentenor como la suya invita a examinarlo en las óperas de Strauss (si es que se duda de las capacidades de quien fue quizás el Bacchus más memorable y posíblemente prolífico de la Historia de la Ópera). Un somero vistazo nos revela que resulta indispensable, ineludible: no hay manera de esquivar su presencia clarificadora, bien sea en el rol previamente citado o en el Kaiser de Die Frau ohne schatten. Y no hay que olvidar su Beethoven (Florestan en Fidelio, de noble color, o un heroico Jesús en Cristo en el Monte de los Olivos). Finalmente, hay que destacar su dedicación a la ópera italiana en los papeles de más calado dramático (Radamés, Otelo). Tras su retirada de la escena en 1989 (con 64 años, y con una merma apenas apreciable en sus cualidades canoras), James King vuelve a la enseñanza en su país de origen. Este año, como homenaje a su ochenta cumpleaños, el sello Orfeo le dedicó una extraordinaria retrospectiva en la que podemos encontrar a ese pletórico tenor capaz de fascinar a los auditorios de los más importantes teatros de ópera. Es una verdadera lástima que él no haya tenido tiempo de disfrutar de tan merecido homenaje durante algunos años más. En cuanto a nosotros, para quienes el tiempo de vida de un músico es siempre una medida demasiado pequeña, tendremos que consolarnos con las grabaciones de él tenemos. Que no es poca cosa. Ni mucho menos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario