Situación actual en

lunes, 8 de febrero de 2010

José Luís Gómez Lozano


Lo conocí poco, y siempre me pareció un hombre enfermo. Cuando llegaba a Diverdi, con su figura endeble, su paso menudo y en su tez el amarillor de los afectados de hígado, me preguntaba qué clase de males afectarían realmente a ese hombre. No los suficientes —convenía después de escucharle o leerle— como para acabar con su amor a la música o impedirle disertar con lucidez acerca de ella. Sabía, por lo que tengo entendido y por lo que sus conversaciones y artículos avalaban, una barbaridad de la riquísima música y vida musical checa, que aquí es casi un misterio. Y no sólo de Dvorák, Janacek o Smetana, compositores consagrados fuera de las fronteras de la vlast: era tambien un entendido en las obras y vicisitudes de Jaroslav Jezek, Josef Suk, Vitezslav Novak o Zdenek Fibich, por decir algunos, así como de las orquestas y los intérpretes de esta bella e industriosa nación. Cierto día, estuvo recomendando al maquetador del boletín discográfico de la empresa la correcta distribución de esas virgulillas que erizan las cajas de escritura de la lengua checa. Ahí descubrí, por sus explicaciones, que no ignoraba tampoco la lengua de esa tierra. No sé dónde la aprendió, ni de dónde habían salido sus conocimientos. Se dedicaba a un periodismo especializado —el musical, obviamente—, que precisa o debería precisar amplios conocimientos culturales; pero convendrán conmigo en que saber checo es más de lo que se espera de una persona culta. Apenas lo traté un año; suficiente para admirarlo.
El último texto que leí de él era uno dedicado a la figura de ese extraordinario director que fue Václav Talich, escrito donde daba la talla en su valía como divulgador. Poseía una manera cristalina de explicar las cosas envuelta en una prosa ardiente, pasional. Me pareció que, de conocer la Teoría de la Relatividad, sería capaz de explicársela hasta a las abuelas y hacer que fuesen devotas de ella. ¡Qué aptitudes para comunicar y qué entusiasmo derrochaba! Luego, escuchando los discos y viendo el documental al que se refería, entendía qué acertadas eran sus pinceladas, con qué tranquilo dominio había conseguido extraer lo fundamental en tan breves líneas. Ahora, que no me imaginé que no iba a leerle nuevas cosas. Quién iba a decirme que sería el último, su testamento para mí. Hoy me informan de que se ha marchado, que se fue, que pasó a mejor vida o que se ha muerto. Y como me repatea que, en este país ajeno a la música, que tan poca importancia le da pese a los esfuerzos de personas tan entendidas como Gómez Lozano, no se me ocurre otra cosa que dejarles ese texto del que les hablo.
Artífice infatigable de su propia carrera directorial, el moravo oriundo de Kromeríz Václav Talich (1883-1961) fue forjándola con tenaz laboriosidad, sin precipitación ni fluctuaciones, esforzadamente consolidada al punto de irradiar un prestigio refulgente, hasta que resultó infamada por el arbitrario desvarío de la política. Mediante una recomendación de Dvorák estudió con Otakar Sevcík y Jan Marák en el Conservatorio de Praga, adquiriendo una formación de violinista de 1897 a 1903; lo cual le permitió ese año ser violín solista de la Filarmónica de Berlín. Una repentina enfermedad suspendió en 1904 su contrato berlinés, lo que le llevó a aceptar sucesivas ocupaciones como director en la Ópera de Odesa, profesor de violín en Tbilisi, regidor de la Filarmónica y la Ópera de Ljubljana, cursar breves estudios en Leipzig (con Max Reger y Arthur Nikisch) y Milán, y guiar de 1912 a 1915 a la Ópera de Plzen. El 12 de diciembre de 1917 tuvo Talich la oportunidad de dirigir su primer concierto con la Orquesta Filarmónica Checa, en sustitución del indispuesto Karel Kovarovic, integrado por un programa con obras de Ostrcil, Novák y Dvorák. También le llegó la ocasión de dirigir por vez primera la Ópera del Národní Divadlo (Teatro Nacional) el ulterior 3 de julio, que regentaría en calidad de director artístico desde 1935 hasta que los nazis lo cerrasen en 1944. Mientras tenía lugar el ensayo general de Zrání (”Maduración”), obra inédita de Josef Suk estrenada el 30 de octubre de 1918, acaeció la caída de la monarquía austrohúngara el 28 de octubre y el consiguiente advenimiento de la libertad para el pueblo checo. Finalmente, en septiembre de 1919 Talich adquirió el rango de director principal de la Filarmónica Checa. Se enfrentaba al desafío de transformar una orquesta de calibre provinciano, carente de tradición, repertorio establecido y constituida por miembros mediocres, en otra de calidad y envergadura internacionales. Asumió el reto con tal entusiasmo que pronto la acreditó como una de las formaciones más apreciadas del mundo, merced a concentrar en su seno a los mejores instrumentistas nacionales y dotarla, metódica y sistemáticamente, de un peculiar estilo interpretativo y una distintiva sonoridad basada en el conjuntado equilibrio entre la belleza de las cuerdas y la precisa afinación de las demás secciones. Consagró y difundió Talich el merecido renombre de su orquesta en el transcurso de numerosas giras por el extranjero (Italia, Suecia, Inglaterra), atrayendo a la vez la atención sobre sus propias aptitudes personales. Desde su primera grabación de Ma Vlast (”Mi Patria”), de Smetana, efectuada en Praga en 1929 por la británica H.M.V., logró imprimir su signatura de inconfundibles trazos personales a su posterior legado discográfico: autocontrol del ego a fin de servir y no ensombrecer al compositor, pulso fluyente, dominio dinámico, pujanza rítmica y ductilidad melodiosa y cantable; cualidades transferidas a sus discípulos Krombholc, Ancerl y Mackerras, entre otros, y por ellos diferentemente asimiladas.La Alemania nazi invadió Praga el 15 de marzo de 1939 y la convirtió en capital del denominado Protectorado de Bohemia-Moravia, pero Talich continuó desempeñando sus funciones. En 1941 el Ministro de Propaganda Joseph Goebbels asistió a una representación de La novia vendida, de Smetana, por él dirigida, y quedó tan impresionado que le invitó a dar un concierto en Berlín y otro en Dresde con la Filarmónica Checa, permitiéndole elegir el repertorio. Václav escogió Mi Patria, por entonces prohibida en Checoslovaquia. Al regreso del Reich germano, la obra pudo ser tocada en Praga sin problemas.El final de la guerra y el anuncio de la liberación los vivió Talich en su villa de Beroun, situada a treinta kilómetros de Praga, que había adquirido en 1935. El mismo 9 de mayo de 1945 se le prohibió la entrada al Teatro Nacional y subsecuentemente, el día 21, fue acusado de colaboracionismo, arrestado e internado en la prisión de Pankrác, al sur de la capital. Tras seis semanas de interrogatorios y ser sometido al veredicto de un tribunal de músicos checos, fue exculpado de la incriminación de la que no era reo gracias a su actitud de tenaz defensor de la música nacional durante la ocupación. Luego, en 1947, volvió a ser director del Teatro Nacional y pudo dirigir Mi Patria en el Festival de Praga. Sobrevenido en febrero de 1948 el “golpe de Praga” comunista, se le obligó a dimitir de la Ópera y el nuevo Ministro de Cultura le prohibió ofrecer conciertos en territorio bohemo. Sin llegar a verse sometido al ostracismo, fue denigrado y relegado en 1949 a Bratislava, donde creó la Orquesta Filarmónica Eslovaca y activó la vida musical hasta 1952. No obstante, se le autorizó la realización de una serie de grabaciones discográficas para el sello estatal SUPRAPHON entre 1948 y 1955; mal que la proverbial perversidad del régimen no tolerase que volviera a aparecer ante el público praguense al frente de la Filarmónica Checa hasta marzo de 1954, con un programa dedicado a Mozart y clamorosamente ovacionado. Con la salud seriamente quebrantada se retiró a su residencia de Beroun en 1956, y aún tuvo ocasión de recibir, en mayo de 1957, el nombramiento de Artista Nacional, antes de fallecer el jueves 16 de marzo de 1961, inexorable víctima de una época tenebrosa perturbada por el resentimiento y con la cordura ofuscada. Su Orquesta Filarmónica rindió homenaje a una relación que pervivió casi cuatro décadas, al interpretar para él en el Rudolfinum la Música fúnebre de Suk y el Largo de la Novena sinfonía de Dvorák.Como esclarecedora ilustración audiovisual a la Edición especial Talich en diecisiete compactos de SUPRAPHON, se edita un DVD en lengua checa con subtítulos en inglés, alemán y francés. Fundada la Televisión Checa en 1954 con el compositor eslovaco Stepan Lucky como responsable musical, en diciembre de 1955 el director Václav Kaslík filmó en estudio un concierto de las dos colecciones de ocho Danzas Eslavas (Op. 46 y 72) cada una, escritas originalmente por Dvorák para piano a cuatro manos y orquestadas, respectivamente, en 1878 y 1887, pletóricas de elocuencia y encanto. Sirven de comunicativo vehículo a la cálida vivacidad de la Filarmónica y a la batuta de sutil e irresistible expresión plena de natural musicalidad de Talich, aparentemente algo anquilosado mas quizá sólo amedrentado ante la magnitud del acontecimiento que les congregaba en su postrer aparición conjunta. El mediometraje documental Confianza y Humildad, escrito y dirigido por Martin Suchánek en 2004, propone un recorrido por la biografía artística y privada de Talich con los testimonios de su hija Vita, su sobrino Jan, antiguos instrumentistas de la Filarmónica y Sir Charles Mackerras, iluminado por fascinantes localizaciones, imágenes y materiales de archivo. Incluye asimismo una galería de treinta fotografías y dibujos del entorno familiar y cultural del célebre homenajeado, cuya fama fue empañada por el nazismo y embrollada por el comunismo.

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