Situación actual en

lunes, 21 de diciembre de 2009

El frutero Santa Úrsula, uno de los mejores barcos de la Compañía Canaria de Cabotaje -vinculada al naviero tinerfeño Álvaro Rodríguez López-, se hundió el 31 de enero de 1932 en aguas de Tazacorte, después de que hubiera sido prácticamente destruido por un voraz incendio declarado al atardecer del día 27, cuando buscaba el abrigo de la costa de Fuencaliente.
El barco había cargado, como era costumbre, una espectacular cubertada de fruta hasta las marcas en los puertos de Tazacorte y Santa Cruz de La Palma, ya que según el manifiesto, en bodega y sobre cubierta llevaba 1.703 huacales de plátanos y 60 sacos de almendras y se dirigía al puerto de Santa Cruz de Tenerife, donde procedería al trasbordo de la mercancía al buque Ciudad de Sevilla, para su posterior transporte a Barcelona.
Dos horas después de la salida del puerto de la capital palmera, la tripulación de la motonave Santa Úrsula se percató de que salía humo por el ventilador de la bodega de proa. Para intentar abrir la tapa de la escotilla arrojaron al agua unos 300 huacales de fruta, pero el empeño resultó imposible ante la intensidad que había tomado el incendio. “El fuego -dice La Prensa- adquirió desde el principio gran incremento, resultando inútiles cuantos esfuerzos realizaron los tripulantes para sofocarlo”.
Entonces, el patrón del Santa Úrsula, Faustino Díaz, ordenó poner rumbo a la costa y cuando estaba al resguardo de Fuencaliente, ordenó el abandono del buque por temor a una explosión, arriando al agua los botes salvavidas. Poco después apareció en el lugar de los hechos el vapor Colón, uno de los barcos de cabotaje de Fyffes, que también navegaba en viaje de La Palma a Tenerife y cuya tripulación había advertido la densa humareda del buque siniestrado. Primero intentó darle un remolque, pero desistió ante la magnitud del incendio y optó por recoger a los tripulantes del Santa Úrsula, regresando de nuevo a Santa Cruz de La Palma, donde los desembarcó y se informó del suceso a la Ayudantía Militar de Marina.
Al día siguiente, cuando el vapor Colón arribó al puerto de Santa Cruz de Tenerife, el patrón dio cuenta del hecho a la autoridad de Marina, manifestando a la prensa local que “el incendio revestía gran importancia, abarcando a casi todo el buque”. Ese mismo día, Álvaro Rodríguez López ordenó la salida del vapor San Cristóbal, con el encargo de que remolcara al buque siniestrado hasta el puerto tinerfeño.
Sin embargo, para entonces se había adelantado el pailebote San Miguel, que consiguió darle remolque hasta Tazacorte, donde dio fondo, cerca de la desembocadura del barranco de Tenisca, con las huellas visibles de la destrucción del fuego “de extraordinarias proporciones”. El agua comenzó a inundar la sala de máquinas, “creyéndose que no tardará muchas horas en hundirse”, lo que en efecto se produjo el 31 de enero. Mientras tanto, su compañero de contraseña San Cristóbal recogió a la tripulación del Santa Úrsula en el puerto palmero y regresó con ella a la capital de la provincia.
La crónica de Diario de Avisos dice que el ayudante de Marina de La Palma, señor Garrote, se trasladó al puerto de Tazacorte, con el personal a sus órdenes para determinar las causas y emitir el informe correspondiente. El buque estaba asegurado y circularon versiones contradictorias sobre si también lo estaba el cargamento de fruta que transportaba.
Pasaron los años. En marzo de 1943, Rodríguez López solicitó autorización para poner a flote algunas piezas o pertrechos aprovechables del barco siniestrado y en septiembre de 1945 declaró que no le interesaba la extracción de los restos del buque. Durante años, el pecio del Santa Úrsula atrajo el interés de los submarinistas palmeros y sus restos desaparecieron sepultados por las obras de ampliación del puerto de Tazacorte.
Gemelo del Sancho II, el buque Santa Úrsula había sido construido en los astilleros Vaxholmavarvet, en Estocolmo (Suecia) y el 29 de marzo de 1921 se entregó a Álvaro Rodríguez López. Disponía de cámara para 14 pasajeros y estaba autorizado para llevar otros treinta en cubierta.
Obtuvo el abanderamiento provisional en el registro naval español el 19 de diciembre de 1922, que se hizo definitivo el 28 de febrero de 1925, después de haber cumplido con todos los trámites legales. Por escritura otorgada el 31 de diciembre de 1929 ante el notario de la capital tinerfeña, Pío Casais Canosa, este buque fue aportado a la Compañía Canaria de Cabotaje.
De 361 toneladas brutas, 173 netas y 570 de peso muerto, eran sus principales dimensiones 41,75 metros de eslora total, 7,25 de manga, 3,53 de puntal y 2,30 de calado máximo. Estaba propulsado por un motor diesel Bolinder, de 300 caballos, que le daba 9 nudos de velocidad.
Álvaro Rodríguez López
Álvaro Rodríguez López, el naviero más importante de Canarias en la primera mitad del siglo XX, tiene su origen en una empresa familiar fundada por su padre y ocupa un lugar muy destacado en la historia marítima del archipiélago, pues llegó a poseer una de las mejores flotas que han navegado en el archipiélago, con la que estableció enlaces regulares con la Península y el Norte de África.
La primera etapa de Rodríguez López fue el soporte de su propia actividad agrícola en La Gomera, principalmente en la finca de Tecina, en la que consiguió crear un auténtico emporio, cuyo éxito responde a la implantación de una perfecta organización capitalista en un medio rural que no conocía otro sistema que el paterno-feudal; y como importante empresa consignataria establecida en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, en el que representaba a los armadores noruegos Otto Thoresen y Fred. Olsen.
En diciembre de 1929 se constituyó en la capital tinerfeña la Compañía Canaria de Cabotaje, a la que Rodríguez López aportó el grueso de su flota, hasta su disolución en 1932. El 22 de octubre de 1942 se convirtió en la sociedad limitada Álvaro Rodríguez López y Hermano y el 12 de junio de 1957 adoptó la denominación Álvaro Rodríguez López, S.A.
En 1921 se produjo una auténtica revolución en el transporte marítimo de Canarias con la incorporación de las nuevas motonaves Sancho II y Santa Úrsula, que figuraban entre los primeros barcos españoles propulsados por motores diesel. El primero de ellos fue el más longevo de todos los barcos de la contraseña de Rodríguez López, con nada menos que 48 años de singladuras.
En 1925 pasó a la contraseña de Rodríguez López el vapor Bure, que fue rebautizado Sauzal, siendo devuelto a Fred. Olsen tres años después. En 1928 se produjo la incorporación de los vapores San Cristóbal y Santa Brígida, que no era otro que el famoso Águila de Oro, nombre que recuperó en 1934 cuando pasó a la propiedad del capitán Juan Padrón Saavedra.
En 1929 compró el vapor San Isidro y en 1933, el vapor Santa Eulalia Mártir. En 1934 fueron incorporados los buques Santa Elena Mártir, Santa Ana Mártir, Santa Rosa de Lima y San Juan II. En 1934 y 1935, para reforzar las líneas con la Península, fletó a armadores peninsulares los vapores Río Miera y Mari Eli.
Hasta el comienzo de la guerra civil, Rodríguez López atendía un servicio regular entre las islas de Tenerife, La Gomera y La Palma y cubría una línea con varios puertos del Sur y Levante de la Península, así como las plazas de Ceuta y Melilla. El 18 de julio de 1936 la flota de Rodríguez López estaba compuesta por siete unidades -San Isidro, San Juan II, Sancho II, Santa Ana Mártir, Santa Elena Mártir, Santa Eulalia Virgen y Santa Rosa de Lima- y todos se encontraban en aguas canarias, por lo que quedaron en zona nacional. En agosto del citado año, el buque San Juan II viajó a La Gomera con fuerzas de la Guardia Civil para la ocupación de la Isla. Luego hizo viajes a La Coruña, Lisboa y Sevilla, y estableció un servicio de enlace constante entre el Archipiélago y los puertos nacionales de la Península.
En 1938 los buques Santa Ana Mártir y Santa Rosa de Lima fueron vendidos al armador bilbaíno Blas Otero y rebautizados Tercio Montejurra y Tercio San Miguel y en ese mismo año, Rodríguez López compró los vapores Isora y Adeje, que hasta entonces habían sido propiedad del armador José Peña Hernández.
Los buques San Isidro e Isora sirvieron de buque-prisión en Santa Cruz de Tenerife, mientras que los buques Sancho II, Santa Rosa de Lima, Santa Ana Mártir y Santa Elena Mártir hicieron viajes regulares a los puertos norteafricanos y al Sur de la Península.
A excepción del Sancho II, el resto de los barcos de Álvaro Rodríguez López fueron todos vendidos a armadores peninsulares. No quedaba otra solución, ya que, sin exportación frutera ni fletes que los sustentaran, la única alternativa era el amarre o el desguace.
Ultima etapaEl 16 de julio de 1948 se constituyó en Santa Cruz de Tenerife la Naviera Frutera Canaria, en escritura otorgada ante el notario Lorenzo Martínez Fuset, fundada por José Luis de Aznar y Zavala y los hermanos Álvaro y Conrado Rodríguez López. “Se confía -dice la crónica de La Tarde- en que los sectores agrícolas y comerciales de las islas, así como el país en general, concurran a cubrir acciones de esta nueva empresa, iniciada con las máximas probabilidades de éxito”.
El 2 de marzo de 1949 fue botado en Santa Cruz el motovelero Santa Ana Mártir, de casco de madera, que acabó sus días varado en la playa de Playa Santiago, en La Gomera y sirvió de hoguera una noche de San Juan y en julio de ese mismo año se adquirió en Valencia el buque Procyon, que fue rebautizado San Juan de Nepomuceno.
Uno de los ejemplo más representativos del poderío económico de Álvaro Rodríguez López lo encontramos en el edificio que fue su sede social en la calle de La Marina, un proyecto encargado al arquitecto José Enrique Marrero Regalado, en el que destaca un gusto por el regionalismo “como respuesta canaria a los intentos de una arquitectura nacional”, destaca el profesor Alberto Darias Príncipe.
Hasta que se construyó la hilera de nuevos edificios en la parte frontal de la avenida de Anaga, la sede de Rodríguez López destacaba sobremanera en la fachada de la ciudad. El edificio fue adquirido por RTVE para los estudios de Radio Nacional de España y Televisión Española. La parte inferior fue sede de la Delegación de Cultura y más tarde, con carácter provisional, de la Consejería de Turismo y Transportes del Gobierno de Canarias.
Álvaro Rodríguez López falleció en Santa Cruz de Tenerife el 8 de agosto de 1958, a la edad de 73 años. Estaba en posesión del título de caballero de la Gran Cruz de la Orden Civil de Beneficencia y la Cruz del Mérito Militar con distintivo blanco, entre otras distinciones.
En agosto de 1969 finalizó la actividad naviera de Rodríguez López con la venta del histórico Sancho II a los armadores gomeros Negrín Hermanos. El ocaso de su extraordinaria actividad empresarial se acusó a partir de mediados de la década de los setenta con en el cese de actividad de la finca de Tecina, las fábricas de conservas y salazones en Alcalá (Sur de Tenerife) y Playa de Santiago (La Gomera) y la posterior enajenación de otras propiedades.

La compañía Oldenburg-Portugiesische Dampfschiffs-Rhederi G.m.b.H. (OPDR), fundada en octubre de 1882 por August Schultze, un fabricante de botellas de Oldenburg y Hermann Burmester, un bodeguero de Oporto, desarrolló en sus comienzos un tráfico de cabotaje de altura entre los puertos de Bremen y Hamburgo, en Alemania y Oporto y Lisboa, en Portugal, atendido con los vapores Oldenburg y Portugal.
En 1885 se creó una nueva línea que unía Bremen y Bilbao, y cinco años después se amplió la red desde Hamburgo con escalas en Rotterdam, Amberes, Vigo, Cádiz y Gibraltar. En 1895 el servicio alcanzaba los puertos de Casablanca y Tánger y en 1900, Riga y San Petersburgo, en el Mar Báltico, para lo que se precisó de la incorporación de nuevos buques. En 1901 se estableció una línea desde Hamburgo y Rotterdam a los puertos españoles de Sevilla, Cádiz, Cartagena y Valencia.
OPDR bautizó a sus barcos con los nombres de las ciudades de su itinerario y en su contraseña exhibe los colores del viejo puerto hanseático de Oldenburg, es decir, amarillo con franja roja y azul. La contraseña era la propia bandera de la ciudad báltica -azul con una cruz roja- y en los cantones figuran las cuatro iniciales blancas de la firma social Oldenburg-Portugiesische Dampfschiffs-Rhederi con las siglas OPDR.
Desde el inicio de sus operaciones con Canarias, la compañía alemana tuvo como representante al cónsul alemán en Tenerife, Jacob Ahlers. En 1910, OPDR inauguró un servicio regular de carga y frutero que enlazaba Hamburgo, Rotterdam y Amberes con Las Palmas, Santa Cruz de Tenerife y Funchal. En ese mismo año se amplió la red marítima desde los citados puertos alemanes hasta Ceuta y Melilla. Para atender debidamente los nuevos itinerarios, la compañía compró en 1911 los buques Larache, Lisboa, Las Palmas y Lübeck; otros tres en 1912, Melilla, Ceuta y Rabat; igual número en 1913, Mehedya, Tetuán y Teneriffa y, en 1914, antes del comienzo de la I Guerra, los buques Orotava, Arucas y Telde.
Así iban y venían los barcos de OPDR cuando Alemania entró en la Guerra en 1914. La compañía tenía repartidos sus buques por todos los puertos de su itinerario y algunos quedaron internados en las aguas neutrales de la jurisdicción española y portuguesa. Entre ellos se encontraban los vapores Teneriffa y Arucas, que permanecieron en el puerto de La Luz desde agosto de 1914 hasta el final de la contienda. Ambos fueron entregados en 1919 al Gobierno de Francia en compensación de daños de la posguerra. Por su parte, el vapor Telde fue apresado en mayo de 1916 por el crucero británico Essex e incorporado al Almirantazgo con el nuevo nombre de Huntsholm.
Durante la guerra, la Marina Mercante española sufrió numerosas pérdidas humanas y materiales como consecuencia de la campaña indiscriminada de los submarinos alemanes a partir de 1917. Presionado por los navieros y la opinión pública, el Gobierno español inició en agosto de 1918 conversaciones con las autoridades germanas para compensar el tonelaje perdido por la flota nacional. En octubre se aprobó la toma de posesión efectiva de varios buques alemanes refugiados en puertos españoles, equivalente en tonelaje a las pérdidas registradas, dejando pendiente el arbitraje y la resolución definitiva en lo que se mantenía desacuerdo con Alemania.
Para la gestión de los buques en el tráfico marítimo nacional se autorizó la creación, mediante real orden, de la Gerencia de Buques Incautados por el Estado, que procedió a hacerse cargo de los seis vapores sobre los que se había llegado a un principio de acuerdo con el Gobierno alemán.
Tres de los seis buques se entregaron a compañías navieras privadas, en concepto de compensación de pérdidas sufridas durante la contienda: España nº1, ex Eriphia, pasó en 1924 a la contraseña de la Compañía Vasco-Cantábrica de Navegación con el nombre de Sardinero; España nº2, ex Javorina, se cedió a Compañía Trasmediterránea en 1924 y navegó con el nombre de Generalife; y España nº4, ex Crefeld, que primero navegó por cuenta de Compañía Trasatlántica y después pasó definitivamente a Compañía Trasmediterránea, siendo rebautizado Teide. Este último embarrancó el 8 de junio de 1932 en aguas de Guinea Española y se perdió definitivamente.
Los buques España nº 3, ex Roma y España nº5, ex Riga -que había pertenecido a OPDR-, permanecieron al servicio del Estado, adscritos durante muchos años como unidades de transporte de los Ministerios de Marina y de la Guerra, respectivamente. El vapor España nº 6, ex Neuenfels, fue entregado a la Marina de Guerra en octubre de 1921 para su reconversión en el portahidros Dédalo.
Dos años después de concluida la contienda, OPDR restableció primero la línea de Canarias, por la importancia que tenía para el suministro frutero de Alemania, seguida de la línea de Portugal en 1921 y del Levante español y Marruecos en 1922.
En 1926 entró en servicio el vapor Las Palmas, segundo de su nombre y al año siguiente la flota experimentó un notable incremento, con la incorporación de seis nuevos buques. Entre ellos se encontraba el vapor Tenerife, que al igual que sus compañeros de contraseña, hasta el comienzo de la II Guerra Mundial navegó en el tráfico frutero entre Canarias y Alemania.
Como la gran mayoría de los barcos de su época, era de casco de cajas, proa recta y popa de bovedilla, con palos y chimenea en candela y en los pozos llevaba un buen número de manguerotes de ventilación, aquellas antiguas “cachimbas” del argot portuario, como bien los describía Juan Antonio Padrón Albornoz.
A mediados de la década de los años treinta, OPDR estudiaba la renovación de la flota que atendía el servicio frutero de Canarias, para dotarla de buques más avanzados y más veloces, que garantizasen el transporte de la fruta en óptimas condiciones de ventilación mecánica. A partir de entonces, la compañía operó una interesante flota de vapores de cascos claros y chimeneas altísimas, que más tarde evolucionaron a rápidas motonaves, varias de los cuales lucieron en sus amuras y popas los nombres de nuestra toponimia, en homenaje de gratitud de sus armadores.
En 1938 entraron en servicio tres buques, dos de ellos de nueva construcción y el tercero adquirido de segunda mano, que ganaron justa y merecida fama en el tráfico frutero, siendo todos ellos bautizados con nombres genuinamente canarios: Gran Canaria, Santa Cruz y Telde. Sin embargo, el entusiasmo duró poco, pues apenas unos meses después, en septiembre de 1939, Alemania declaró la guerra y el mundo entró de nuevo en una grave convulsión que habría de acarrear importantes consecuencias.
La II Guerra MundialDe la nueva flota “canaria” de OPDR, el buque Gran Canaria apenas navegó unos meses en su tráfico, pues en noviembre de 1938 lo compró la Kriegsmarine para su transformación como buque nodriza de la flota de submarinos.
El comienzo de las hostilidades sorprendió en aguas españolas a otros tres buques de OPDR, que acabaron siendo internados y posteriormente pasaron a engrosar la Marina Mercante nacional. Los vapores Sevilla y Porto se encontraban en Huelva, siendo ambos después trasladados a Sevilla, mientras que el vapor Larache estaba atracado en Cádiz. En 1942 enarbolaron pabellón español con los nuevos nombres de Ría de Ares, Ría de El Ferrol y Ría de Camariñas, dependiendo primero de la Gerencia de Buques Mercantes para Servicios Oficiales, y siendo transferidos en julio de 1943 a la Empresa Nacional Elcano de la Marina Mercante.
La motonave Telde y los vapores Las Palmas y Tenerife fueron requisados en 1940 por la Kriegsmarine y actuaron como transportes de la Seelöwe con los numerales A-26, R-41 y RO-26, respectivamente. El primero se encontraba en Las Palmas en vísperas de la declaración de la guerra, recibiendo órdenes de hacerse a la mar, consiguiendo entrar en Hamburgo el 10 de septiembre después de una larga derrota por el Atlántico bordeando las Islas Faröe y Aalesund.
En 1945, cuando acabó la guerra, los dos primeros fueron entregados al Ministerio de Transportes británico en concepto de reparación de daños, siendo abanderados con los nombres de Empire Kennet y Empire Halmsdale, respectivamente.
La historia bélica del buque Santa Cruz alcanzó unos tintes espectaculares. En septiembre de 1939 se encontraba descargando en Hamburgo. Por sus excelentes condiciones marineras, similares a las de su gemelo Gran Canaria, la Kriegsmarine lo requisó para su transformación en crucero auxiliar destinado a interferir el tráfico comercial aliado.
Artillado con seis cañones de 152 mm. cada uno y otras piezas de menor calibre, así como tubos lanzatorpedos y un hidro de reconocimiento, el 5 de junio de 1940 -comandante, capitán de navío Otto Kahler- salió de Kiel en su primer “raid”. Hasta su hundimiento el 29 de noviembre de 1942 cuando se encontraba en la posición 35º 27′ N y 139º 38′ W, dejó un historial de 22 buques hundidos que sumaban 151.134 TRB.
La vuelta de la pazCuando acabó la guerra, OPDR comenzó de nuevo la reconstrucción de su flota, que había sufrido importantes bajas. Durante unos meses cubrió el servicio con buques fletados, mientras los astilleros Deutsche Werft A.G., de Hamburgo, trabajaban en la construcción de nuevas unidades. A partir de 1950 restableció las líneas de Portugal, Levante español y Marruecos, con la puesta en servicio de los buques Oldenburg, Las Palmas, Rabat y Tenerife.
En 1951 reanudó el servicio frutero de Canarias con los buques Tánger y Lisboa y en 1952 reforzó su presencia en el tráfico marítimo con la entrega de los nuevos buques Ruhrort, Duisburg, Melilla y Tazacorte, estos dos últimos destinados también a las líneas del archipiélago canario.
El 28 de abril del citado año arribó el frutero Tazacorte en su primera escala al puerto de Santa Cruz de La Palma, procedente de Hamburgo y Las Palmas. En el muelle palmero compartió atraque con el vapor Ciudad de Salamanca y a bordo se celebró un emotivo acto en presencia del gobernador civil de la provincia, Carlos Arias Navarro, así como el presidente del Cabildo, Fernando del Castillo Olivares y el consignatario Jacob Ahlers.
Esa misma noche el flamante buque continuó su viaje a Santa Cruz de Tenerife, llevando a bordo al gobernador civil, a quien acompañaba su secretario particular, José Duque Alonso; el inspector provincial de Falange, Julio Guigou; el secretario general del Gobierno Civil, Lázaro Sánchez-Pinto Suárez, y el ingeniero de Obras Públicas, Juan Amigó de Lara. Esta representación se encontraba en La Palma desde el día 21, en que había llegado a la Isla a bordo del buque Ciudad de Melilla. Durante su estancia visitaron varias localidades, reuniéndose con los alcaldes y el presidente del Cabildo para abordar la red de abastecimiento de agua.
En el muelle Sur del puerto tinerfeño cargó mil toneladas de plátanos y 40.000 cestos de tomates y cuando terminó sus operaciones fue despachado por Ahlers. El periódico tinerfeño La Tarde saludó en su primera página la primera escala del Tazacorte con un artículo del escritor y periodista Felipe Lorenzo. Posteriormente, el pueblo de Tazacorte rindió un emotivo homenaje a la compañía OPDR y le hizo entrega de un artístico cuadro, donde aparece el proyecto de un puerto en el mismo emplazamiento donde acabaría siendo construido medio siglo después.

Construcción nº 636 del astillero de Hamburgo, era un buque de 3.079 toneladas brutas, 1.619 netas y 4.630 de peso muerto, siendo sus principales dimensiones 98,70 metros de eslora total, 14,53 de manga, 8,21 de puntal y 6,73 de calado máximo. Estaba propulsado por dos motores diesel MAN, con una potencia de 3.600 caballos y 14,5 nudos de velocidad. En cuatro bodegas tenía capacidad para el transporte de 205.084 pies cúbicos de carga en grano -189.940 pies cúbicos en balas- y para las operaciones en puerto disponía de diez plumas de dos toneladas de potencia de izada cada una. Tenía, además, camarotes para diez pasajeros y llevaba una tripulación de 29 hombres.
Durante casi veinte años, el frutero Tazacorte, en unión de sus gemelos y otros buques de su misma contraseña, así como las modernas motonaves Lichtenstein y Liebenstein, del Norddeustcher Lloyd, hizo la línea entre Canarias y los puertos alemanes. Su estampa marinera se hizo muy popular y querida en los puertos de su itinerario de Canarias -especialmente en Santa Cruz de La Palma- donde cargaba las piñas de plátanos envueltas y rellenas de pinillo [pinocha] y los cestos de tomates, que se amontonaban en los entrepuentes y las bodegas asistidas por ventilación eléctrica.
En 1965 entró en servicio el buque Gran Canaria, que fue una de las últimas unidades convencionales de la compañía alemana, así como los cuatro costeros de la serie Cádiz en 1967. A comienzos de la década de los setenta, OPDR dio un giro radical en su estrategia y en 1971 vendió 14 unidades, con una antigüedad de casi veinte años, entre los que se encontraban los buques Las Palmas, Tenerife, Gran Canaria y Tazacorte.
La evolución del tráfico marítimo, con la progresiva implantación del contenedor, los había desplazado por nuevas y más modernas unidades, que atendían el servicio en mejores condiciones. El comprador del frutero Tazacorte fue la compañía Guam Guam Shipping Co., de Singapore, siendo rebautizado Golden Sea, nombre con el que navegó en aguas de Extremo Oriente hasta 1973, en que se vendió para desguace en Kaohsiung (Taiwán).
Santa Cruz de La Palma -la isla toda, a decir verdad- vive hoy un nuevo hito en su historia inmediata con la primera escala del megacrucero Navigator of the Seas, abanderado en Bahamas, el buque más grande que ha llegado, hasta el momento, al puerto de la capital palmera. Una jornada memorable en la que la imponente mole de este barco de turismo será huésped de la isla, por unas horas, señalando, así, el comienzo de una nueva etapa, en la que La Palma consolida su incorporación al circuito de la selectiva compañía Royal Caribbean International (RCI).
Este hecho es consecuencia directa de la seriedad y credibilidad de la empresa consignataria Hamilton & Cía., en especial de su director y presidente de la Asociación de Consignatarios de Buques de Santa Cruz de Tenerife, Eduardo Álvarez Hamilton, que viene realizando desde hace años una notable y encomiable labor y, asimismo, del esfuerzo y empeño del que fue presidente de la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife, Luis Suárez Trenor, en sus frecuentes contactos durante la última década con los dirigentes de la afamada compañía naviera con sede en Miami.
El megacrucero Navigator of the Seas tiene prevista su arribada a las seis de la mañana y permanecerá atracado hasta las 17 horas. A bordo viajan 3.400 pasajeros -que no 6.000, como erróneamente se ha publicado- y 1.200 tripulantes. El viaje actual comenzó en el puerto de Southampton y ayer estuvo en Funchal, continuando esta tarde su viaje trasatlántico con destino a Fort Lauderdale, puerto situado al norte de Miami (EE.UU.). Como es habitual en estos casos, está prevista la entrega de metopas conmemorativas por parte de la Autoridad Portuaria, Cabildo Insular, Cámara de Comercio, CIT de La Palma y otras representaciones.
De la maniobra se hará cargo el práctico Eugenio Rodríguez Romero, previéndose que revire entre puntas para quedar atracado babor al muelle, es decir, dejando la popa hacia la ciudad, ya que el buque tiene una eslora de 311 metros y la línea de atraque mide 202 metros, por lo que no menos de un tercio del barco quedará saliente, largando cabos a los norayes de la siguiente sección en la que atracará el crucero Thomson Destiny, de cuya maniobra se hará cargo el práctico Francisco Noguerol Cajén.
El crucero Thomson Destiny, por cierto, fue el primero de los barcos que inauguró la nueva etapa del espectacular desarrollo de Royal Caribbean Cruise Line, desde su puesta en servicio en noviembre de 1982 con el nombre de Song of America. De modo que en La Palma, hoy, coinciden dos barcos que tienen mucho en común.
La presencia del megacrucero Navigator of the Seas -que hizo su primera escala en el puerto de Santa Cruz de Tenerife el pasado 8 de noviembre- es el preludio de una serie de escalas importantes en lo que resta de año, protagonizadas por barcos de esta compañía y de Celebrity Cruises, perteneciente al mismo grupo. Para el próximo 22 de noviembre está prevista la llegada del megacrucero Voyager of the Seas, uno de los cinco gemelos que componen la clase Voyager, a la que da nombre y a la que también pertenece el buque Navigator of the Seas.
Para diciembre están previstos, entre otros, los siguientes buques: Voyager of the Seas, el día 1; Legend of the Seas, el día 5; Splendour of the Seas, el día 7; Milenium, el día 8; Voyager of the Seas y Century, el día 12; y Galaxy, el día 13. Todo un palmarés de prestigio para el puerto palmero, a pesar de las serias limitaciones que impone el hecho de que todavía no haya sido declarado frontera Schengen, grave impedimento en cuya solución eficaz se ha perdido mucho tiempo, en detrimento del bien común de La Palma.
El buque Navigator of the Seas (código IMO 9227508) es la construcción número 1.347 de los astilleros Kvaerner Masa, en Abo, ciudad próxima a Turku (Finlandia) y fue construido en dique seco, flotando por primera vez el 25 de enero de 2002. El 18 de noviembre del citado año fue entregado oficialmente a sus armadores, en ceremonia que amadrinó la tenista alemana Steffi Graff y el 14 de diciembre inició en Miami su primer crucero.
Se trata de un buque de 138.279 toneladas de registro bruto (GRT), siendo sus principales dimensiones 311,10 metros de eslora total -306 entre perpendiculares-, 38,60 de manga y 8,60 de calado. Está propulsado por seis motores Wärtsila 12V46C, con una potencia de 75.600 kilovatios, que accionan dos hélices de paso variable y le permiten desarrollar una velocidad de crucero de 23,7 nudos.
El megacrucero que hoy nos visita es el cuarto de una serie de cinco buques de la clase Voyager, correspondiente al proyecto inicialmente denominado Project Eagle y después Project Voyager. Para el desarrollo y construcción de la serie, Royal Caribbean eligió, por varios motivos, al astillero finlandés Kvaerner Masa. Durante los diez últimos años, un 25 % de los buques de cruceros de nueva construcción han sido construidos por esta firma de reconocido prestigio internacional. Masa había construido anteriormente seis buques para Royal Caribbean -entre ellos los tres primeros de este armador, a comienzos de los años setenta- y había intervenido de manera destacada en el diseño de los restantes. Cada buque de la clase Voyager ha supuesto para el citado astillero una carga de 21 millones de horas de trabajo.
La principal novedad de los buques de la clase Voyager es su espectacular tamaño. La capacidad máxima es de 3.835 pasajeros alojados en 1.557 camarotes, de los cuales 939 son exteriores -de ellos, 765 con balcón- y 618 interiores. La tripulación máxima es de 1.180 personas, alojados en 667 camarotes.
Royal Caribbean, al igual que sus grandes competidoras Carnival Cruises -propietaria, entre otras compañías, de Costa Crociere- y NCL, sigue ofreciendo una de las mejores relaciones calidad-precio, con unos espectáculos bien logrados, una gastronomía cuidada, y con un aire internacional que pone especial cuidado en un enfoque más hispano, de modo que se fusione con las particularidades de otras nacionalidades.
Aunque exista una uniformidad en sus materiales, texturas y orientación estética, en la que dominan las moquetas suaves, las maderas claras, el arte diferenciado de sus escaleras, sus comedores temáticos…, el megacrucero Navigator of the Seas ofrece algunas innovaciones. Es el primero en incorporar una pista de patinaje sobre hielo y en recrear una inmensa calle comercial, idea trasladada por su creador desde la época de los ferris finlandeses de Silja Line, la compañía armadora, entre otros, de los buques Botnia y Floria, importados por Trasmediterránea en 1975 y abanderados con los nuevos nombres de Ciudad de La Laguna y Villa de Agaete, respectivamente.
Royal Caribbean Cruise Line, fundada en 1969 por Anders Wilhelmsen & Co., I.M. Skaugen & Co. y Gootas Larsen, todos ellos afamados armadores noruegos, inició sus singladuras en octubre de 1970 con la incorporación del buque Song of Norway (18.416 TRB), primero de una serie de tres buques construidos en los astilleros Wärtsila, en Helsinki (Finlandia). Los dos restantes, puestos en servicio en julio de 1971 y noviembre de 1972, recibieron los nombres de Nordic Prince (18.346 TRB) y Sun Viking (18.559 TRB).
Los dos primeros tenían capacidad para 724 pasajeros y el tercero para 882. De su diseño llamaba poderosamente la atención el mirador situado en la chimenea, característico de los buques de Royal Caribbean. Transcurrió así una década con base de operaciones en Miami haciendo cruceros por el Caribe, orientado hacia el público norteamericano, que se mostraba fascinado por el impacto de la serie televisiva Vacaciones en el mar, por lo que obtuvo una rápida aceptación por su oferta diferenciada, a pesar de la dura competencia. Precisamente, el buque Song of Norway sería el encargado de inaugurar la presencia de Royal Caribbean en La Palma, en la escala que realizó el 10 de noviembre de 1992. Cinco meses después, el 19 de abril de 1993, lo haría su gemelo Sun Viking.
En noviembre de 1982 comenzó una nueva etapa con la puesta en servicio del buque Song of America (37.584 GRT), con capacidad para 1.575 pasajeros, construido en los astilleros Wärtsila, en Helsiniki (Finlandia), anticipo de la etapa de los megabuques de Royal Caribbean, el primero de los cuales, llamado Sovereign of the Seas (73.192 GRT), construido en los astilleros de l’Atlantique (Francia) y con capacidad para 2.534 pasajeros, entró en servicio en diciembre de 1987.
Unos meses antes, en 1986, Royal Caribbean compró una isla llamada Labadee, cerca de Haití, para uso exclusivo de sus clientes. En 1988 se produjo una importante reestructuración de la empresa, momento a partir del cual comenzó un proceso de expansión que le ha llevado a su posicionamiento actual.
En enero y mayo de 1990 entraron en servicio los buques Viking Serenade (ex Stardancer-90, ex Scandinavia-85) (26.747 GRT) y Nordic Empress (48.563 GRT), construidos ambos en astilleros franceses en 1982 y 1990 y con capacidad para 1606 pasajeros y 805 pasajeros, respectivamente. En ese mismo año compró otra isla en Bahamas llamada Little Stirrup Cay, conocida desde entonces como Coco Cay. Unos meses después, en octubre de 1991, recibió el segundo buque de la clase Sovereign, que recibió el nombre de Monarch of the Seas (73.937 GRT y 2.764 pasajeros), mientras que el tercero, Majesty of the Seas (73.941 GRT y 2.744 pasajeros) fue entregado en marzo de 1992.
La serie Vision consiste, en realidad, en tres pares de buques gemelos, de los cuales dos de ellos, Legend of the Seas (70.950 GRT y 2.064 pasajeros) y Splendour of the Seas (69.130 GRT y 2.066 pasajeros), fueron construidos en los astilleros Chantiers de l’ Atlantique, en Saint Nazaire (Francia), siendo entregados en abril de 1995 y marzo de 1996. La segunda pareja, Grandeur of the Seas (73.817 GRT y 1.950 pasajeros) y Enchantment of the Seas (74.136 GRT y 1.950 pasajeros), tomaron forma en los astilleros Kvaerner Masa, en Helsinki (Finlandia), siendo puestos en servicio en noviembre de 1996 y julio de 1997, mientras que los dos restantes, Rhapsody of the Seas y Vision of the Seas (78.491 GRT y 2.417 pasajeros cada uno), construidos en Chantiers de l’ Atlantique, entraron en servicio en abril de 1997 y abril de 1998. En 2004, el buque Enchantment of the Seas fue alargado con una nueva sección de 22,20 metros de eslora.
Los cinco buques de la clase Voyager han sido construidos en los astilleros Kvaerner Masa, en Turku (Finlandia). El ciclo de entregas empezó en octubre de 1999, con el buque Voyager of the Seas (137.276 GRT y 3.840 pasajeros). Royal Caribbean estrenó el siglo XXI con la incorporación del buque Explorer of the Seas (137.308 GRT y 3.114 pasajeros), en septiembre de 2000. A éste siguieron, en octubre de 2001, el buque Adventure of the Seas (137.276 GRT y 3.114 pasajeros); Navigator of the Seas, en noviembre de 2002 y Mariner of the Seas (138.279 GRT y 3.140 pasajeros), en octubre de 2003.
La serie Radiance está compuesta por cuatro buques de 90.090 GRT propulsados por turbinas de gas, construidos en los astilleros Meyer, en Papenburg (Alemania), con capacidades que oscilan entre 2.100 y 2.500 pasajeros y 700 camarotes con balcones al mar. El calendario de entregas fue el siguiente: Radiance of the Seas, en marzo de 2001; Brilliance of the Seas, en julio de 2002; Serenade of the Seas, en julio de 2003 y Jewel of the Seas, en abril de 2004.
En el período comprendido entre 1997 y 2004 han causado baja cuatro buques de la flota de Royal Caribbean, vendidos a otros armadores: Nordic Prince, en marzo de 1995; Song of Norway, en mayo de 1997; Sun Viking, en enero de 1998; y Song of America, en mayo de 1999.
En marzo de 2002, el buque Viking Serenade fue transferido a la sociedad filial Island Cruises y rebautizado Island Escape, mientras que en mayo de 2004, el buque Nordic Empress pasó a llamarse Empress of the Seas y permanece incluido en la oferta de cruceros especializados.
En noviembre de 2006, Royal Caribbean cerró la compra de la compañía española Pullmantur Cruises, previendo que opere, entre otros, el buque Splendour of the Seas. En septiembre de 2007 se formó una nueva compañía del grupo, llamada Croisiéres de France y dirigida al mercado francés, que iniciará sus operaciones en la primavera de 2008 con el buque Bleu de France, ex Holiday Dream, procedente de la flota de Pullmantur.
La clase Freedom está formada por tres buques construidos en los astilleros Akers, en Turku (Finlandia), mayores que el mítico Queen Mary 2, el primero de los cuales, bautizado con el nombre de Freedom of the Seas (154.407 GRT y 3.600 pasajeros), fue entregado en abril de 2006. A este siguen los buques Liberty of the Seas (154.000 GRT y 4.375 pasajeros), entregado en abril de 2007 y para mayo de 2008 se anuncia la incorporación del buque Independence of the Seas (158.000 GRT y 3.600 pasajeros).
Cuando todavía no ha finalizado la construcción de los buques de la clase Freedom, Royal Caribbean tiene en avanzado estado el proyecto de la clase Génesis, para dos buques que serán los más grandes del mundo, cuyos nombres aún no se han hecho públicos. Tendrán capacidad para 5.400 pasajeros, un registro bruto de 220.000 GRT y un coste aproximado de 1,24 billones -con b- de dólares. El contrato ha sido firmado con los astilleros Akers, sucesores de Kvaerner Masa, en Turku (Finlandia). El primero de ellos está previsto para el otoño de 2009, mientras que el segundo, ordenado en abril de 2007, será entregado en agosto de 2010.
Desde hace algo más de veinte años, el puerto de Santa Cruz de La Palma acoge con frecuencia la elegante estampa marinera del célebre yate Sea Cloud, convertido en un lujoso y fascinante crucero de turismo. A éste, y desde febrero de 2001, se le ha unido otro buque propiedad del mismo armador y con el mismo nivel de exclusividad, construido en España y bautizado con el nombre de Sea Cloud II.
Desde finales de la década de los años veinte, en que recaló al resguardo del Risco de la Concepción el bello yate noruego Stella Polaris, el puerto de Santa Cruz de La Palma no había recibido un barco de unas líneas marineras tan finas y elegantes como el yate Sea Cloud, que arribó en su primera escala el 5 de diciembre de 1984, entonces abanderado en la isla de Gran Caymán.
De modo que La Palma no sólo figura en el itinerario de los grandes cruceros de turismo, que en los últimos años se han convertido en destacados protagonistas del acontecer portuario y de la crónica cotidiana, sino también en el reducido grupo de turistas muy selectos, cuyo elevado poder adquisitivo les permite elegir esta opción, ciertamente al alcance de unos pocos.
A bordo viajan personalidades cuya identidad, salvo en contadas ocasiones, no trasciende a la opinión pública, precisamente por el carácter de privacidad que ofrece la compañía armadora, pero que suelen ser, en su mayoría, poderosos empresarios, hombres de negocios y altos directivos de multinacionales, industrias… que llegan a nuestra isla en el anonimato y en su inmensa mayoría suelen llevarse una buena impresión, convirtiéndose de ese modo, en su círculo de influencia, en una de las mejores tarjetas de presentación de La Palma.
Envuelto en la leyenda desde que comenzó a surcar los mares hace casi 75 años, el primer Sea Cloud está considerado uno de los barcos más lujosos del mundo. De línea marinera muy elegante, arbola cuatro palos aparejado de bricbarca y su interior se asemejaba a la magnificencia de los grandes palacios franceses, decorado con refinadas porcelanas y tapices, baños en mármol y las llaves de los mismos en oro. Esta cargado de multitud de historias y anécdotas, proporcionadas por los muchos años de vida marinera que encierran sus cuadernas y los personajes que han viajado a bordo a lo largo de tan dilatada vida marinera.
Diseñado por los ingenieros navales Gibbs & Cox y con la colaboración de Phil Rhodes, la construcción de este buque comenzó en 1929 en los astilleros Fried. Krupp, en Kiel (Alemania), en una grada contigua donde había sido construido el “liner” español Villa de Madrid. Botado en abril de 1931 y entregado en junio de 1932 con el nombre de Hussar V, se trataba, entonces, del yate más grande del mundo.
Sus primeros propietarios fueron los millonarios norteamericanos Edward F. Hutton y Marjorie M. Post. Entre las novedades tecnológicas que incorporaba entonces figuraba un equipo telegráfico transcontinental instalado por la compañía Western Union, así como una línea telefónica privada que permitía mantener comunicación simultánea con las oficinas de Hutton y Post en Nueva York, San Francisco y Oakland. Otra novedad destacada fue la instalación de una gran cámara de congelación y refrigeración para alimentos, ubicada debajo de la cubierta principal, exponente el nuevo concepto de alimentación que promocionaba la Birdseye Division, una de las empresas de Marjorie’s General Foods. Ello hacía posible que el buque permaneciera durante largos períodos en la mar -unas 10.000 millas- sin necesidad de aprovisionamiento.
Otra novedad técnica se refería al equipo propulsor, formado por un sistema diesel-eléctrico, que fue el primero del mundo que se instaló a bordo de un buque de este tipo. Estaba formado por cuatro motores Krupp y con una potencia de 3.200 caballos, acoplados a dos generadores AEG, de 1.350 kilowatios, que le permitió alcanzar en las pruebas de mar una velocidad de 14 nudos. Por entonces, el yate Hussar V era un buque de 2.492 toneladas de registro bruto, siendo sus principales dimensiones 109,50 metros de eslora total -incluido el bauprés-, 14,94 de manga, 8,53 de puntal y 5,13 de calado máximo.
Tiempo después Marjorie se divorció de su esposo y en el reparto de bienes a su favor figuró el famoso barco, que cambió su nombre por el de Sea Cloud. A partir de entonces, el barco fue puesto a disposición del servicio diplomático de EE.UU. En su viaje de luna de miel, el presidente Franklin D. Roosevelt viajó a bordo y visitó la República Dominicana, invitado por el dictador Rafael Leónidas Trujillo.
Durante 1934 realizó un largo crucero de seis meses de duración, teniendo como únicos pasajeros a Marjorie y la hija de ésta, Nedina Hutton -más tarde convertida en la actriz Dina Merrill- y otros seis amigos y una dotación de 72 tripulantes, viajando desde Galápagos a Alaska y Montecarlo, sin que por ello, gracias a las innovaciones técnicas de que disponía, la señora Post dejara de controlar su imperio económico.
En 1935 Marjorie Post contrajo segundas nupcias con el diplomático norteamericano Joseph Edward Davis. En julio de 1937, Davis fue nombrado embajador de EE.UU. en la Unión Soviética. A su llegada a Moscú, y mientras la residencia oficial de la embajada era convenientemente barrida y equipada con los sistemas de la época para evitar las escuchas de los rusos, la esposa del flamante embajador sugirió que el yate Sea Cloud se convirtiera en la embajada flotante de EE.UU.
Entonces el casco se pintó de blanco -hasta entonces había sido negro- y Davis atracó el famoso yate en el puerto de Leningrado, en el que hizo varios viajes por el Báltico, Mar del Norte y Mediterráneo. El propio Stalin prohibió a los ciudadanos soviéticos, bajo severa advertencia, de que siquiera mirasen aquel “decadente producto del capitalismo”. En 1938 realizó su último crucero antes de la Segunda Guerra Mundial, zarpando de Odessa en un viaje por el Mar Negro que finalizó en Estambul.
En 1942, a petición del presidente Roosevelt, el velero fue cedido por Marjorie Post al U.S. Coast Guard por el precio simbólico de un dólar anual y prestó servicios como guardacostas en el Atlántico Norte con el nombre de USS Sea Cloud y el numeral IX-99. En los primeros meses de la contienda fue utilizado como estación meteorológica y también intervino en el hundimiento de un submarino alemán, por lo que fue recompensado.
En noviembre de 1944 fue retirado del servicio militar activo y devuelto a su propietaria. Por espacio de dos años permaneció amarrado realizando obras de gran carena, que se prolongaron por las dificultades que entonces existían para rehabilitar el aparejo. En 1947 volvió de nuevo a navegar, inaugurando esta nueva etapa de su vida marinera con un viaje a La Habana.
En 1955 lo adquirió el dictador Rafael Leónidas Trujillo, en medio millón de dólares. En los astilleros de Alabama fue reformado -se le instalaron cuatro nuevos motores diesel Enterprise, con una potencia de 6.000 caballos y 12 nudos de velocidad-, siendo clasificado como yate presidencial y rebautizado Angelita, en honor de la hija menor del presidente dominicano, haciéndose cargo del mismo la Marina de Guerra del citado país. Utilizado con frecuencia por el hijo de éste, Rafael “Ramfis” Trujillo, durante varios meses navegó con el nombre de Angelita y alcanzó holgada fama por sus excesos entre las estrellas de cine de la época en Hollywood, en sus célebres cruceros por el Caribe y el cruce del canal de Panamá.
Sin embargo, la ironía de un miembro de la Cámara de Representantes de EE.UU. cuando solicitó al Congreso que la mitad de la ayuda económica que su país prestaba a la República Dominicana fuera directamente entregada a “Ramfis” Trujillo para mantener sus derroches, provocó un escándalo en el que el dictador dominicano se vio obligado a intervenir y el yate recuperó el nombre de Patria. El 30 de mayo de 1961, un atentado acabó con la vida de Trujillo y su cadáver fue evacuado a bordo de este buque en la huida de su hijo Ramfis y de sus colaboradores más inmediatos.
Cuando el Gobierno dominicano de Balaguer recuperó el buque en Francia, regresó de nuevo al país y fue rebautizado Patria. En 1963, un empresario llamado John Blue compró el buque en 725.000 dólares. En 1968 fue vendido en dos millones de dólares a Cliff Barbour, un poderoso hombre de negocios de Tennessee, que invirtió otros dos millones de dólares en devolverle su antiguo esplendor.
Dos años después largó de nuevo el aparejo con el nuevo nombre de Antarna. Con base operativa en Nueva York comenzó una nueva etapa como buque-escuela de la Oceanic School para el aprendizaje de la navegación a vela. Sin embargo, tiempo después surgieron problemas con la citada Oceanic School y la situación se complicó a raíz de una denuncia sobre tráfico de drogas en el Caribe.
Perseguidos por la justicia federal, Stephanie Gallagher, directora de la Oceanic School y su marido huyeron de EE.UU. a bordo del yate Antarna en un viaje a Vera Cruz y más tarde a Panamá, donde fueron detenidos por una denuncia de Cliff Barbour por piratería y mandamiento de captura de las autoridades norteamericanas. El yate Antarna quedó intervenido e inmovilizado en el puerto de Colón, donde pasó seis largos años.
En 1978, el capitán Hartmunt Parschburg -en representación de un grupo de inversores europeos- entró en contacto con el propietario del yate y lo compró en 800.000 dólares -frente a los 17 millones que su propietario pedía cuatro años antes- y con una dotación compuesta por 40 jóvenes alemanes y después de un intenso trabajo, el 7 de octubre del citado año se hizo a la mar rumbo a Hamburgo.
Cuando la señora Gallagher superó sus problemas con la justicia de EE.UU., interpuso una demanda judicial contra los nuevos propietarios del buque, exigiéndoles 1.400.000 dólares en concepto de daños y perjuicios. Los alemanes no hicieron caso. Según sus asesores jurídicos, las reclamaciones de la antigua propietaria afectaban a Cliff Barbour y no a su nuevo propietario. Sin embargo, cuando el yate Sea Cloud se disponía a recalar en Horta (Azores), la autoridad marítima comunicó que el barco estaba arrestado, pese a lo cual continuó su viaje perseguido tras su estela por un patrullero portugués.
Nueva etapa
En 1979, cuando el barco contaba 47 años de vida marinera, el legendario Sea Cloud fue sometido a obras de gran carena y reformas en los astilleros de Hamburgo, que le devolvieron su antiguo esplendor. Dotado de 34 cabinas repartidas en la cubierta principal y en la cubierta superior, en diferentes niveles de lujo, dotado de los últimos adelantos técnicos de la navegación y las comunicaciones, y enarbolando en el tope la contraseña de la compañía alemana Hansa Cruise Co., el histórico yate inició el primer viaje de su nueva etapa al mando del capitán Parschburg.
La oficialidad estaba formada por veteranos de la Marina Mercante alemana y el resto de la tripulación la componían unas sesenta personas de diferentes nacionalidades muy cualificadas en cada una de sus funciones, tanto desde el manejo del aparejo y cubierta, como en máquinas y, sobre todo, en el servicio a bordo, destacando especialmente la galería de cocineros y camareros con un reconocido chef al frente.
Sin embargo, el capitán Parschburg, quizás pensando en que los portugueses se habían olvidado del incidente registrado en 1978, cometió un grave error cuando arribó al puerto de Oporto, siendo detenido y embargado por las autoridades del país lusitano durante casi tres meses. Cada día de inmovilización costaba a sus armadores 17.000 marcos. Al final, la situación se resolvió con el ingreso en un banco de aquella ciudad de la módica cantidad de 1.400.000 dólares reclamados por la emprendedora dama norteamericana, quedando de ese modo zanjado el asunto.
Durante años, el yate Sea Cloud ha estado dedicado, casi en exclusividad, al selecto mercado alemán y centroeuropeo. Sin embargo, en los últimos tiempos, la compañía armadora Sea Cloud Cruises abrió también las puertas al no menos selecto mercado de EE.UU. En la actualidad tiene capacidad máxima para 69 pasajeros y 60 tripulantes y en su programación anual figuras sugerentes itinerarios por el Caribe, las pequeñas Antillas -Virgin Gorda, Jost van Dyke, Anguila, St. Barts, St. Kitts, St. Thomas, St. Marteen, Antigua… – cruzando después el Atlántico para hacer un recorrido por las Islas Canarias y Madeira y, a continuación, emprender la ruta del Norte de Europa y el Mediterráneo, convirtiéndose siempre en llamativo objeto de distinción.
Desde febrero de 2001, el veterano Sea Cloud tiene un compañero de singladuras llamado Sea Cloud II. Es un buque de factura netamente española, proyectado por la empresa SENER, fundada a finales de la década de los años cincuenta por el prestigioso ingeniero naval Enrique de Sendagorta Aramburu y construido en Astilleros Gondán (Asturias).
Se trata de un buque de 3.849 toneladas de registro bruto y mide 117 metros de eslora total incluído el bauprés -81,50 entre perpendiculares-, 16 de manga, 9,5 de puntal y 5,70 de calado máximo. Aparejado de barca de tres palos, despliega 24 velas con una superficie de 3.400 metros cuadrados. Además del casco, los mástiles de este velero están fabricados en acero naval de gran resistencia. La guinda -o altura total del palo mayor- mide 61 metros.
Con el aparejo desplegado alcanza una velocidad normal de siete nudos, aunque con vientos constantes y en determinadas condiciones de mar puede alcanzar 16 nudos. Cuando los vientos no son propicios, dispone de dos motores Mak, con una potencia de 3.372 caballos, que le permite alcanzar una velocidad máxima de 14,7 nudos.
Tiene capacidad para 96 pasajeros en diferentes categorías de camarotes, aunque todos ellos de muy alto nivel y una tripulación de 63 personas. En su concepción y diseño, los armadores siguieron la línea del histórico Sea Cloud y en su construcción invirtieron 40 millones de dólares. En su viaje inaugural, en la fecha indicada, zarpó desde el puerto de Las Palmas en un crucero de una semana de duración, y desde entonces es un asiduo visitante del puerto de Santa Cruz de La Palma, señalando con su presencia un nuevo hito en la historia marinera y turística de la Isla.
Procedente de Funchal, a media mañana de ayer arribó al puerto palmero, en su primera escala, el crucero de turismo griego Ocean Majesty, con una expedición de 478 turistas y 251 tripulantes, al mando del capitán Cristos Karabagias. A dos millas de la punta del muelle acudió a su encuentro el práctico de turno, capitán Francisco Noguerol Cajén, quedando el buque atracado babor al muelle en una mañana soleada y con muy buen tiempo.
Con 41 años de mar sobre sus cuadernas, y un aspecto muy bien cuidado, este buque no es otro que el antiguo Juan March, primero de los cuatro ferries de la serie “albatros” de Compañía Trasmediterránea, que inauguraron, a mediados de 1966, una nueva etapa en la historia de las comunicaciones marítimas entre Canarias y la Península, con la puesta en servicio de los buques Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas de Gran Canaria y Ciudad de Compostela.
La construcción de estas unidades señaló una etapa de modernidad en la historia de la Marina Mercante española, a pesar de que nacieron con escasa visión de futuro, pues en el garaje sólo podían llevar coches y el acceso se hacía por medio de unas rampas laterales móviles, expuestas a los vaivenes de las mareas. Esta circunstancia limitaría considerablemente su utilización en el tiempo.
El proyecto de estos buques data de 1963. El 21 de abril de 1964 se firmó el contrato para la construcción, siendo repartidos dos a la Unión Naval de Levante y los dos restantes a la Sociedad Española de Construcción Naval, en su factoría de Sestao (Bilbao).
El primero de la serie recibió el nombre de Juan March, en homenaje a la figura de Juan March Ordinas (1880-1962), empresario y financiero español, que comenzó su andadura dedicado al contrabando de tabaco en Argel y después en Marruecos. Su matrimonio con Leonor Servera, hija de un político mallorquín vinculado a la banca, le facilitó su ambicioso camino.
Fundador de Banca March (1926), salió elegido diputado a Cortes en la Segunda República y se convirtió en uno de los principales ejes financieros de la sublevación militar de 1936, haciéndose cargo, entre otras actuaciones destacadas, del dinero necesario para el famoso vuelo del avión Dragón Rapide, que llevaría a Franco desde Gando al Norte de África, para ponerse al frente el ejército alzado en armas contra la República.
Vinculado a Trasmediterránea desde sus orígenes, a su fallecimiento, el consejo de administración, en tiempos de Ernesto Anastasio Pascual, tomó la decisión de bautizar con su nombre el primero de los nuevos barcos en proyecto, como así se hizo. El 4 de diciembre de 1965 se procedió a su botadura, en emotiva ceremonia que amadrinó la señora Carmen Delgado de March.
El 27 de julio de 1966 se efectuaron las pruebas oficiales de mar, a cuyo término se procedió a la entrega del nuevo buque a Compañía Trasmediterránea, izando en el mástil su gallardete. A medianoche zarpó con destino a Palma de Mallorca, a cuyo puerto llegó a primera hora de la mañana siguiente.
En el viaje inaugural se rindió un homenaje a la memoria de Juan March. A mediodía del 28, los directivos de Trasmediterránea agasajaron a bordo a su familia y el presidente honorario Ernesto Anastasio Pascual descubrió un busto que figuraba en uno de los salones del buque. A principios de agosto del citado año entró en servicio en la línea Barcelona-Palma, pasando después, y hasta el final de verano, a la línea Valencia-Palma y a partir de septiembre, a la línea Barcelona-Canarias, atendida entonces, por los buques Ciudad de Sevilla, Villa de Madrid y Ciudad de Palma.
Construcción nº 93 del astillero valenciano, en sus orígenes fue un buque de 8.983 toneladas de registro bruto, 5.874 netas y 1.727 de peso muerto, siendo sus principales dimensiones 130,64 metros de eslora total -117,51 entre perpendiculares-, 19,23 de manga y 11,10 de puntal. Tenía capacidad para 500 pasajeros en camarotes, más otros 250 en butacas para los viajes en Baleares y 100 coches en el garaje. Estaba propulsado por dos motores Burmeister & Wain, con una potencia de 16.000 caballos y 21 nudos de velocidad. De su vida marinera bajo bandera española destacaremos los siguientes incidentes importantes. El 28 de noviembre de 1973, navegando en la ruta Canarias-Algeciras y cuando se encontraba a unas cuatro millas de Cabo Espartel, se produjo un corto circuito en el cuadro eléctrico, que provocó un incendio en la sala de máquinas y quedó sin gobierno. Dos remolcadores lo llevaron a Algeciras y luego a Cádiz a reparar.
El 2 de julio de 1974, maniobrando de salida en Las Palmas, alcanzó al buque Volcán de Tahíche, que hacía lo mismo. Y el 16 de noviembre de ese mismo año, cuando entraba en el puerto de Ibiza, procedente de Palma, por un fallo en el control de las “kamewas”, se precipitó sobre el pantalán de CAMPSA y Butano, que resultó, en parte, destrozado y el buque dañado en su proa, pudiendo salir por sus propios medios fuera del puerto y los pasajeros desembarcados en lanchas, dirigiéndose a Barcelona.
En la noche del 30 de enero de 1977, en viaje de Algeciras a Canarias, rescató a 29 de los 33 tripulantes del petrolero de bandera liberiana Exotic, que se hundió devorado por un incendio tras producirse una explosión cuando se encontraba en la posición 31º 36’ N y 11º 00’ W, a unas 200 millas al N de Lanzarote y los desembarcó en Las Palmas. El capitán del Juan March, Alejandro Sánchez Blanco, fue galardonado con la medalla de plata de la Sociedad Española de Salvamento de Náufragos, que le fue impuesta a bordo del Ciudad de Burgos, en el puerto de Palma, el 6 de mayo de 1977.
La incorporación de los buques de la serie Tiburón y Canguro relegaron a los cuatrillizos de la serie Albatros a líneas secundarias de Baleares. En febrero de 1979, el ferry Juan March fue reformado para cumplir los protocolos de estabilidad, por lo se le suprimió la discoteca en la falsa chimenea.
En febrero de 1984, Trasmediterránea puso en venta los buques de la serie Albatros. En noviembre de ese mismo año se iniciaron las negociaciones con la naviera chipriota Sol Lines. El 9 de abril siguiente se llegó a un acuerdo, en las mismas condiciones que las acordadas para el buque Santa Cruz de Tenerife y el 5 de junio se firmó en Madrid el contrato de compra-venta.
El 18 de julio siguiente fue entregado a Sol Mediterranean Lines en el puerto de Barcelona, donde el buque se encontraba amarrado desde el 15 de marzo. Rebautizado Sol Cristiana, enarboló pabellón chipriota. En 1986 fue vendido a Opal Lines y pasó a navegar con el nuevo nombre de Kypros Star, que lo utilizó en la línea El Pireo-Alejandría. En ese mismo año pasó a manos de la sociedad chipriota Health Shipping Co. Ltd., siendo operado por Commecial Corp.
En 1989 lo adquirió el armador griego Chios Breeze Marine Co., siendo transformado en crucero de turismo con el nuevo nombre de Ocean Majesty. La superestructura sufrió importantes cambios y sólo la proa, con los cintones que caracterizaban a los “albatros”, permite reconocer su pasado. También se procedió a la sustitución del equipo propulsor, formado desde entonces por dos motores Wärtsila 16V32D, de 13.200 caballos de potencia y 18 nudos de velocidad. Entre 1994 y 1995 estuvo fletado por Epirotiki Cruises y navegó con los nombres de Olympic y Homeric, respectivamente. En diciembre del citado año fue rebautizado de nuevo Ocean Majesty y realizó viajes por cuenta de los operadores Orient Cruises Lines y Nouvelles Frontieres, estando operado en la actualidad por Page & Moy. En la actualidad es un buque de 10.417 GRT y tiene capacidad para 613 pasajeros.
Se trata, además, del único buque existente de la serie “albatros”. El buque Santa Cruz de Tenerife, rebautizado Sol Olympia II, acabó sus días desguazado en Aliaga (Turquía) después de haber sido presa de un incendio el 22 de abril de 1986, cuando se encontraba reparando en los astilleros de Perama.
El buque Ciudad de Compostela, abanderado en Malta con el nuevo nombre de Saray Star, naufragó el 13 de junio de 1994, después de haber ardido durante tres días, cuando navegaba de El Pireo a Venecia. Y el buque Las Palmas de Gran Canaria, que había sido también transformado en crucero de turismo y durante varios años navegó con el nombre de Don Juan, sufrió también un incendio cuando se encontraba en el puerto de Kaohsiung (Taiwán), el 29 de junio de 2005, entonces rebautizado con el nombre de Royal Pacific, acostándose sobre la banda de estribor, siendo posteriormente reflotado y desguazado.

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